El zacate natural que tendrá la cancha del Estadio Nacional se sembrará con una técnica moderna.
Se llama hidrosiembra y consiste en cortar con una máquina especial las ramas del zacate, las cuales se abonan y limpian y luego se introducen en arena que se coloca en el estadio, junto con una capa de fibra de madera y papel.
Esto implica que el Nacional no tendrá tierra, sino capas de piedra y arena, para mayor absorción del agua, lo que impide que se produzcan pozos y ayuda al drenaje.
A esto hay que sumarle un avanzado sistema de riego.
El zacate “madre” fue traído por la empresa Agrícola Roca de Georgia, Estados Unidos, y fue sembrado en una finca en Los Ángeles de Cariari, en Pococí, Limón.
Allí es abonado y enriquecido con químicos y luego será cortado para extraerle las ramitas o estolones, las cuales, estarán ya desarrolladas cinco meses luego de sembradas en el Estadio Nacional.
La siembra, que requiere dos o tres días, se hará en la última semana de este mes o la primera de agosto. La cancha estará lista para jugar en la última semana de enero.
El Nacional se inaugurará en marzo, por lo que la empresa tendrá mes y medio para atender cualquier eventualidad, según explicó Ronald Castillo, de Agrícola Roca.
La técnica se utilizó en el estadio Soccer City, donde se jugó la final del Mundial de Sudáfrica 2010.
En Costa Rica, se usó en las canchas de golf de los hoteles Four Seasons y Playa Conchal, así como en la de polo Santo Tomás, en Papagayo, todas en Guanacaste.
El zacate es de tipo bermuda 419 (conocida también como Tifway), el cual fue desarrolla por la Univeridada de Georgia y fue utilizado en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 y el Mundial de Estados Unidos 94.
Esta variedad césped está sembrada en los estadios de los equipo River Plate, Boca Juniors y San Lorenzo, de Argentina.
“Esto demuestra que las canchas naturales son las más apropiadas para nuestros climas y que el futbol se puede jugar en ellas, pese a la moda de los equipos de la Primera División de poner canchas sintéticas”, aseveró Castillo.
Agregó que las sintéticas presentan una serie de inconvenientes, como que los jugadores se vuelven más propensos a las lesiones, pues “en ciertas jugadas, la alfombra no cede y el taco del futbolista se queda pegado, algo que no ocurre en una cancha natural”.
Otra limitación de la artificiales es el excesivo calor que producen (47 grados), que no ayudan al ambiente y que su vida útil es más corta. “Una artificial debe cambiarse cada seis años, la natural puede durar más de 30 años. En cuanto al mantenimiento, los costos son muy similares”.