Duró poco para San Carlos, pero como sucede en la mayoría de sueños, tuvo esos segundos en los que todo lo maravilloso llega de golpe y sin saber de dónde viene. El despertar suele ser duro, la realidad generalmente se aleja de esa fantasía y los Toros del Norte pueden dar fe de ello en la Liga de Campeones de la Concacaf: una ilusión para la que no estaban preparados.
El 6 a 3 global con el que los norteños cayeron ante el New York City hasta se quedó corto, en los octavos de final del certamen del área. Incluso, sin ningún afán de desmeritar a Luis Marín y sus dirigidos, el City los trató muy bien en el juego de vuelta en el Red Bull Arena y apenas los derrotó 1 a 0, para no hacer todo más escandaloso.
Si bien es cierto los sancarleños disfrutaron de su primera participación en un campeonato de esta índole, gracias a la estrella que bordaron en su escudo por el título doméstico en mayo del 2019 y su sexto lugar en Liga Concacaf —el último que otorga un boleto al torneo mayor—, difícilmente se pueden sentir satisfechos por lo realizado al pasar al siguiente nivel.
Por mucho, el sabor debe ser agridulce para los nacionales, quienes evidenciaron no contar con la dinámica, la intensidad y ese manejo táctico impecable para competir con un adversario que a todas luces es superior, aunque se pensaba que le podía competir a un rival en pretemporada y con casi tres meses sin competencia oficial.
El propio Marín reconoció la semana anterior, tras la derrota en el Morera Soto (5-3), que el nivel del oponente era mayor y ni qué decir el recorrido. Todo esto quedó más que ratificado en Harrison, New Jersey.
No se le puede reprochar a San Carlos su entrega, ese afán por correr todas, ir al máximo en cada acción y hasta dejaron un mejor sabor de boca en la vuelta. Eso sí, jamás pensar en una remontada como la que requerían (tres tantos de diferencia). Por lapsos, aplicaron los conceptos modernos: presión alta, bloque compacto, líneas adelantadas y contrapresión al perderla. No obstante, con la esférica se vio poco o nada, la misma lentitud en el traslado y en ofensiva casi que nada.
El gol del City llegó en el minuto 40, por intermedio de Alexander Callens. El defensor llegó totalmente solo para cerrar un tiro de esquina y ganó en las alturas, aunque favorecido por una clara falta de un compañero suyo sobre Patrick Pemberton que el central nunca observó.
El tanto fue lo peor que le pudo pasar al partido. Los dueños de casa se sintieron más clasificados de lo que ya estaban y los visitantes optaron por no recibir más anotaciones.
Incluso, Pemberton dejó de ser la figura de un choque en el que tuvo tres muy buenas interveciones antes de que lo superaran y después casi que nada. El arquero fue lo mejor de San Carlos en toda la serie y era de esperarse, ya que es de los pocos norteños que sabían lo que es jugar en estos torneos.
Los Toros abrieron los ojos, ahora les toca reflexionar y sacar algo positivo de un sueño que fue más una pesadilla al final.