Con la hexagonal por delante, es hora de echarse al agua. ¿Estará Costa Rica en Rusia 2018? ¿O lo veremos el Macho Ramírez, Keylor Navas, usted, y yo en el televisor?
Me toca vaticinar con el corazón vestido de tricolor, pero con la razón tecleando en la compu. Tras mediar entre ambas, mi pronóstico es que sí clasificamos al próximo mundial. En segundo lugar. Con pesar, creo que México está por encima nuestro y de los demás. Será el número uno.
El tercer puesto lo disputarán Honduras, si clasificó anoche (al escribir esto no lo sé) y Estados Unidos. Sin el potencial de la eliminatoria anterior, los gringos tendrán que darse de moquetes con el toro de Pinto, a quien le gustan las corridas bravas y sin capote. Entre la nieve, los arbitrajes y el mejor material humano irán directo a Rusia y los hondureños llegarán por la vía del repechaje.
Cada partido será una guerra táctica. Tres colombianos en la palestra. Dos muy similares, meticulosos, perfeccionistas, ideáticos, con cara de pocos amigos, pero trabajadores y muy tácticos. Y nosotros, con Ramírez, no nos quedamos atrás: Su estilo equilibrado y serio, desprovisto de galantería, pero eficiente, nos hará sufrir cada 90 minutos, pero nos pondrá en el avión mundialista.
Panamá luchará con todo para que el tren no deje a una generación exquisita, pero que no supo cerrar las eliminatorias anteriores y que, para esta, ya mira por el retrovisor su mejor momento. Referentes como Felipe Balloy y Blas Pérez tienen 35 años, mientras una decena supera los 30. Tal vez dispute el boleto al repechaje con Honduras.
Si los hondureños no clasifican, será un descanso para todos. Canadá tiene un fútbol rudimentario, fuerte y directo, pero sin la sazón para cocinar una eliminatoria. Y Trinidad y Tobago apostará todo a su estadio, a su gente, mas sufrirá de visitante.
Costa Rica no solo tiene la madurez de sus figuras, también el peso de una historia reciente, que asusta al más pintado. Por primera vez en una eliminatoria somos un equipo de legionarios, partícipes muchos de un mundial memorable, que nos heredó una dosis de respeto planetario. Nadie va a salir a jugar contra Keylor Navas y su legión pensando que le puede pasar por encima.
Y por si fuera poco, Ramírez va a convertir cada juego en una encrucijada táctica para los rivales. Con los matices del caso, tenemos en la Sele a un Pinto con receta casera.