El Mundial de Italia 90 dejó una marca indeleble en la vida de Luis Gabelo Conejo, quien fue calificado por la prestigiosa revista France Football como el mejor guardameta del torneo.
La Federación de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) lo seleccionó como el tercer mejor portero del mundo en 1991, quedando detrás del italiano Walter Zenga y el argentino Sergio Goycoechea.
Tras su destacada participación en el mundial, Gabelo dio el salto a Europa, donde se unió al Albacete de la segunda división española. Sin embargo, alcanzar el éxito no fue fácil para él.
Incluso, antes del Mundial se retiró del fútbol debido a su situación contractual con San Ramón, que le impedía buscar oportunidades en otros equipos.
“Estuve muchos años en San Ramón, era en los ochenta y en ese tiempo los jugadores éramos fichas de los equipos. No teníamos el derecho de irnos a ningún lado. En 1983 don Isaac Sasso (q.d.D.g.) me quería llevar a Herediano y en San Ramón no me quisieron prestar, ni vender. De por vida estaba ligado a la institución”, recordó Luis Gabelo Conejo, quien estuvo ocho años con los poetas.
Gabelo agregó que todo cambió para él cuando pasó de San Ramón a Cartaginés en 1989.
“Comencé a tener un poquito de respiro y al ir a España la vida me cambió en la parte económica, aunque no cobraba lo que se cobra ahora”, expresó.
- ¿Pero cómo logró salir de San Ramón si estaba bajo contrato de por vida con el club?
- Me retiré más de un año del fútbol. Les dije que no iba a seguir y con el tiempo vino Juan Luis Hernández a buscarme. Yo jugaba en canchas abiertas y no era portero, era defensa central.
- ¿Le hubiera gustado tener la carrera que tuvo, pero en la actualidad?
- Lógicamente que sería muy bonito haber nacido en esta época y no en la nuestra. No quiere decir que no esté feliz con lo vivido, porque gracias a Dios lo que uno vivió, ya eso nadie se lo quita. Pero las condiciones en las que competíamos y teníamos que desarrollarnos son el 0,5% de lo que tienen los jugadores hoy en día.
“Uno no tenía nada, a veces debía pedir plata prestada para ir en un autobús a San José para entrenar con la Selección. Hubo ocasiones en que en la Selección no nos daban los viáticos y como tenía amistad con el chofer, le decía que otro día le pagaba. Muchas veces hice de cobrador en el bus de don Beto Mora para que no me cobrara el pasaje”.
- ¿Comió empanadas en las afueras del antiguo Estadio Nacional, como muchos de los seleccionados de su época?
- Sí, claro. Terminábamos de entrenar y no había plata para almorzar, así que muchos comprábamos empanadas con un fresco a un señor que vendía afuera del estadio.
- ¿Ha sido enorme el cambio desde sus años en la Tricolor hasta ahora?
- Tuve la gran oportunidad de ver la evolución de muchos muchachos y uno ha visto el cambio total. Me topé con jovencitos a quienes les ayudamos con los pasajes o con lo que fuera para que pudieran viajar. Ahora llegan a los entrenamientos con carros último modelo y eso es impresionante.
- ¿Por qué decidió convertirse en preparador de arqueros después de retirarse como guardameta?
- Fue antes del Mundial de Italia 90, cuando tuve la oportunidad de prepararme con Roberto Negrisolo, el entrenador de porteros del A.S. Roma. Ahí me encontré con una metodología de trabajo especializada. Una cosa es preparar a los porteros y otra es entrenarlos, y en Costa Rica no existía eso. Decidí que ese sería mi camino. Regresé de España, comencé a prepararme, tomar cursos y aplicar lo que había aprendido. Estoy muy agradecido con Wálter Arguedas, quien nos colaboró mucho, pero él nos ayudaba en la parte de preparación. En un tiro de esquina, por ejemplo, nadie nos decía cómo posicionarnos. Todas esas cosas nadie nos las enseñaba.
- ¿Extraña el fútbol?
- En lo más mínimo.