Madrid. Mesut Ozil se presentó ayer como la última pieza del nuevo rompecabezas de José Mourinho, quien empleó todas sus dotes persuasivas para convencer al joven jugador alemán de que su carrera pasa por triunfar a su lado.
El Real Madrid dio por cerrado el capítulo de incorporaciones con Ozil, su sexto fichaje para la próxima temporada después de las contrataciones de Sergio Canales, Pedro León, Ángel di María, Sami Khedira y Ricardo Carvalho.
No hay “galácticos”. El “crack” está en el banco y es Mourinho, gran responsable de la llegada de Ozil, el hombre llamado a aportar creatividad e imaginación al juego blanco hasta que se recupere el lesionado Kaká.
Ozil, de 22 años, explicó la agitación de las últimas horas, cuando se fraguó su salida definitiva del Werder Bremen. “Hasta el martes nada estaba decidido. Me alegra que todo haya tenido un final feliz. Quiero progresar y ahora tengo un reto ante mí”, destacó el jugador, al que también se le vinculó con el Barcelona y el Manchester United.
Especialmente contundente se mostró Ozil al desmentir un eventual acuerdo con el Barcelona, como se publicó en la prensa catalana la pasada semana. “Nunca hubo ningún otro equipo porque quiero jugar en el Real Madrid, el mejor lugar en el que estar”, manifestó.