Podría considerarse fácilmente como la entrada más salvaje en el fútbol. Lo que hizo André Orellana en Honduras merecería hasta habilitar una tarjeta de otro color, porque la roja que recibió se quedó corta.
Podría considerarse fácilmente como la entrada más salvaje en el fútbol. Lo que hizo André Orellana en Honduras merecería hasta habilitar una tarjeta de otro color, porque la roja que recibió se quedó corta.
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