No solo Sócrates dejó este mundo al ser derrotado por el alcohol.
Giuseppe Meazza, Garrincha y George Best sucumbieron ante el trago y se fueron a la tumba. A pesar de dejar una huella en el planeta futbolístico, sus nombres siempre serán relacionados con la adicción al licor.
En los años 30, Meazza se convirtió en leyenda en Italia y en el futbol mundial. Ganó los mundiales de 1934 y 1938, pero su gusto por el alcohol y los juegos de azar arruinaron su carrera y su vida. Falleció de cirrosis en 1979.
Cuatro años después, uno de los más grandes futbolistas de la historia dijo adiós a este mundo. Manuel Francisco Dos Santos, Garrincha, no superó su adicción y murió por una pancreatitis cuando solo tenía 49 años.
El campeón mundial con Brasil en 1958 y 1962 amaba la cachaza (licor brasileño) y la vida nocturna. Algunos dicen que en cada entrenamiento tenía al lado de la cancha una botella con licor.
A Meazza y Garrincha les siguió el irlandés George Best, la primera superestrella con aires de celebridad de Hollywood.
Ganó un Balón de Oro y fue campeón europeo con el Manchester United en 1968.
El vicio nunca le impidió jugar al más alto nivel, por lo que reconocía abiertamente sus andanzas; llegó a decir que “gasté mucho dinero en licor, mujeres y autos de carrera. El resto lo desperdicié”.
Best fue objeto de un trasplante de hígado y falleció en noviembre del 2005, a los 59 años. Además de estos casos, Paul Gascoigne y Gerd Muller, entre otros futbolistas famosos, también han tenido notorios problemas con la bebida.