Madrid. EFE El Real Madrid dejó al campeón Atlético de Madrid contra las cuerdas, 3-0, y dio un paso al frente hacia la final de la Copa del Rey, a expensas aún de un giro al duelo en el partido de la vuelta.
El conjunto blanco, más ambicioso que un rival que pretendió no salir del guión, acabó con la impecable racha del líder de Primera, que acumulaba hasta la fecha 23 partidos seguidos sin perder.
De paso, el conjunto madridista se quitó un peso de encima. El psicológico. Ante un rival con el que había caído en los dos partidos recientes en los que se había enfrentado: en la final de Copa y el de liga del presente curso.
Y es que la ambición local pudo con un adversario que no logró reaccionar a los contratiempos.
El Real Madrid volvió a prescindir de Gareth Bale, que se quedó al margen de la convocatoria de un partido que arrancó con los papeles definidos. Encontró el equipo de Carlo Ancelotti dificultades para elaborar con soltura ante un rival ordenado, con Diego Ribas, la flamante adquisición invernal.
Fue, de hecho, una acción sin aparente peligro, una subida sin excesiva convicción de Pepe, el que resultó una solución. Di María desahogó hacia el defensa que lanzó un zapatazo desde fuera del área. El balón tenía pinta de ir fuera pero en su camino se topó con el argentino Emiliano Insúa, que lo cambió de dirección, fuera del alcance de Thibaut Courtois y hacia la red.
El partido se situó a gusto del Real Madrid mientras la intensidad y la tensión se disparó. Pepe y Diego Costa ajustaban cuentas. El central, a la tercera, vio la amarilla antes de la media hora.
El gran peligro blanco llegó de Jesé. El canterano se siente importante. Despojado del impacto que genera la titularidad del Real Madrid, dejó en evidencia a los zagueros atléticos. Sus compañeros no lo supieron aprovechar. Fue casi la única vía directa a Courtois que dejó entreabierta el cuadro de Simeone, que apenas inquietó más a la zaga blanca antes del descanso. Después marcó. Como en Bilbao.
El mazazo blanco llegó antes del cuarto de hora, con un centro de Di María que remató a la primera Jesé. El segundo. Otro gol importante del canario, que sobresale en las grandes citas.
Simeone buscó un marcador más cómodo para la vuelta. Sin embargo, Modric sacó bajo palos un remate de cabeza de Godín. Iker estaba batido. Pero un nuevo rechace acentuó el castigo rojiblanco. Un disparo de Di María que desvió Miranda supuso el tercero.
El Atlético, que firmó uno de sus encuentros más grises en la era Simeone, bajó los brazos. Al amparo del choque de vuelta y una noche épica en su estadio.