Puro Deporte

Almas liliputienses, fútbol sin clase

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Saprissa no jugó un buen torneo. Fue irregular, se empantanó en una marisma de 7 partidos sin victoria, digiriendo derrotas aparatosas. No merecía ser campeón. Y lo dice un saprissista visceral. Paté nunca encontró la combinación para abrir la caja fuerte defensiva que le armó San Carlos. Careció de ideas, recursos y armas para ello. San Carlos ganó justamente como se ganan las finales: con el corazón, la sangre, los huesos, el sudor, más que la táctica o la estrategia. Un gran campeón. Triunfó inapelablemente en la fase clasificatoria, y en los partidos finales le dio al Team una cátedra de vals, cumbia, merengue, tango, samba y ballet clásico, y luego procedió a desnudar la inoperancia de Saprissa en el ataque, su esmirriado músculo ofensivo.








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