Con respecto a la discusión en torno a la situación de las reservas internacionales netas, creo necesario hacer varias precisiones.
Desde el comienzo de la pandemia, las reservas se redujeron en $1.270 millones; no obstante, el Banco Central tiene suficientes para enfrentar los choques externos y mitigar su impacto en el tipo de cambio.
Al 23 de mayo, contaba con $6.839 millones, esto es, unos $123 millones por encima del promedio del período 2010-2019. Están por encima de métricas estándar de suficiencia, como la cobertura de la base monetaria amplia, la cobertura de importaciones y la cobertura de deuda externa de corto plazo.
El país no ha navegado aguas tranquilas. La pandemia implicó la más profunda recesión de la economía mundial en un siglo y la más fuerte contracción para la economía costarricense en 40 años.
La pandemia causó una abrupta caída en la oferta de divisas, especialmente, debido a la reducción del turismo receptor, cuya actividad se encuentra todavía por debajo de los rangos prepandémicos.
Además, una serie de factores de oferta y demanda asociados a la pandemia hicieron que los precios de las materias primas importadas se duplicaran entre la segunda mitad del 2020 y finales del 2021.
Esos incrementos se agudizaron a partir de febrero del 2022, tras la invasión de Rusia a Ucrania. En ese lapso también crecieron fuertemente los costos del transporte marítimo.
En conjunto, los aumentos de los precios de los bienes importados han implicado un grave deterioro en los términos de intercambio del país desde el 2021, es decir, un incremento en el costo de las importaciones por cada dólar exportado, con la consecuente reducción del poder adquisitivo de hogares y empresas.
Las presiones cambiarias y sobre las reservas reflejan, en parte, las fuerzas externas adversas que ha enfrentado el país en los últimos dos años.
Las presiones sobre las reservas obedecen también a la mayor demanda de divisas del sector público no bancario (SPNB), que ha debido encarar fuertes vencimientos de deuda en estos dos años y que no ha recibido recursos en dólares ni en la misma magnitud ni en los plazos previstos.
Esto ocurre porque algunos créditos en dólares que el gobierno esperaba en el bienio 2020-2021 se retrasaron o no contaron con la aprobación legislativa.
Las presiones sobre las reservas reflejan, asimismo, la mayor demanda de divisas de las operadoras de pensiones, que buscan diversificar sus carteras desde el 2015, pero se intensificó desde la segunda mitad del 2020.
Claro está que hubo factores que amortiguaron las presiones, en particular, el aumento en las exportaciones de bienes, especialmente de las zonas francas, y una fuerte atracción de inversión extranjera directa en el 2021, que rompió el récord histórico ese año, con un monto de $3.196 millones. Pero el efecto compensatorio fue apenas parcial.
Frente a la mucho mayor demanda de dólares, el Banco Central no pudo restituir en el mercado todas las divisas vendidas al SPNB, lo que llevó a una reducción de sus reservas internacionales.
En otras palabras, para suavizar el impacto sobre el tipo de cambio, el Banco Central cubrió temporalmente con reservas los requerimientos de dólares del gobierno, que se esperaba fueran repuestos con créditos multilaterales.
Esta intervención se hizo de forma tal que no alterara la tendencia de mercado. De hecho, el tipo de cambio se ha depreciado un 19% desde que comenzó la pandemia.
Como parte del esfuerzo del Banco Central por fortalecer el régimen de metas de inflación, permitimos una mayor flexibilidad cambiaria. Así, la desviación estándar en la variación diaria del tipo de cambio desde agosto del 2018 ha sido de ¢1,49, comparada con 0,82 en el cuatrienio anterior.
Las previsiones del BCCR indican que, si se aprueban los créditos externos programados, se fortalecerá la posición de las reservas a finales del 2022.
En los últimos dos años, el Banco Central utilizó las reservas internacionales para amortiguar el impacto en el tipo de cambio de los fuertes choques adversos, en consonancia con la razón de ser de estas.
De no haberse utilizado para tender el puente temporal entre la demanda de divisas del SPNB y la aprobación de créditos externos, se habrían producido movimientos muy fuertes en el tipo de cambio, primero al alza y, eventualmente, hacia la baja, cuando ingresaran los recursos externos programados.
Dada la dolarización financiera del país, esas fluctuaciones habrían afectado la confianza en un contexto ya de por sí frágil a causa de la pandemia, puesto en riesgo la estabilidad del sistema financiero y perjudicado la estabilidad macroeconómica, el crecimiento y el bienestar de los costarricenses.
El autor es expresidente del Banco Central.
