Lo conocí hace más de 30 años, cuando en sociedad con la empresa Koor Trade y con Romano Orlich, le compramos una compañía que importaba e instalaba equipos israelíes de riego que había establecido con otros socios, en paralelo a PVC, su primera empresa de tuberías que es hoy parte de Amanco.
Poco después, Dios me dio la gracia de ponerme en su camino. Coincidí con su muy querido hermano Jacobo –que de Dios goza– en el primer curso de cocina para hombres que impartió Isabel Campabadal. Samuel ingresó al segundo curso. En esos deliciosos eventos (cocinábamos y luego comíamos los platillos preparados) los hermanos Guzowski fueron compañeros muy queridos junto con un grupo de muy especiales amigos.
Desde entonces tuve el privilegio de una entrañable amistad con Samuel, un hombre de una ternura y sensibilidad difícilmente imaginables. Cuando estuve en la cárcel no descansó hasta que Lorena lo pudo llevar en una de las visitas familiares para constatar cómo me hallaba. Fue un padre de una devoción insuperable hacia sus hijos, que desde siempre fueron sus compañeros y amigos. Su muerte es muy dolorosa para mi familia.
Fue un empresario que desde muy joven superó los límites de una visión costarricense y centroamericana, cuando esos eran los parámetros para la industria nacional. Desarrolló diferentes empresas que, gracias a su capacidad para diseñar y producir productos muy sofisticados, tienen como clientes a las empresas petroleras, a los trenes subterráneos, a grandes fabricantes de aviones y a fabricantes de maquinaria en el mundo entero.
Siempre vivió “ocupado” con los temas nacionales sin reducir su enfoque a asuntos empresariales, económicos o financieros. Recuerdo su entusiasmo cuando el Ministro de Salud, Rogelio Pardo, nos comunicó en un Consejo de Gobierno que, gracias a la campaña que se había realizado, la mortalidad infantil, que por varios años había estado estancada, había disminuido un 17% y habían salvado su vida 183 bebés.
En el MEIC. Es tan difícil para un empresario exitoso en nuestro reducido medio abandonar sus tareas, que dudé mucho de que aceptara colaborar con el gobierno cuando le pedí asumir las carteras de Comercio Exterior y de Economía, Industria y Comercio. Samuel tenía entonces 51 años y estaba en el apogeo de su capacidad empresarial. Pero aceptó y fue un extraordinario ministro.
Durante su gestión en el MEIC se implementó una exitosa eliminación de trámites burocráticos que le mereció premios y reconocimientos, así como un fortalecimiento de la defensa del consumidor.
En sus dos años en el Ministerio de Comercio Exterior dio inicio el período de nuestra mayor apertura comercial, que fue luego continuado con Tomás Dueñas en ese cargo. Se negociaron los contenidos de nuestros tratados de libre comercio con Chile y República Dominicana, se inició la negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y se logró la aprobación en Estados Unidos del fortalecimiento a la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.
Después de una larga y dura pelea contra su enfermedad, Samuel Guzowski entregó su alma al Creador.
A Dios le pido paz para sus queridos hijos y hermana, y le doy gracias por la dicha de ser su amigo y admirador.