Las tres derrotas consecutivas del Partido Liberación Nacional (PLN) obligan a la dirigencia a realizar un proceso de reflexión y autocrítica que la conduzca a precisar las causas, corregirlas y superar las deficiencias que los ciudadanos le reclaman en las urnas.
El superficial análisis que al respecto realizó recientemente su Directorio Político Nacional, cuyos pormenores han trascendido, evidencia que la cúpula ignora lo que está sucediendo en la política nacional y que no ha sido capaz de entender el mensaje que el electorado le ha dado en las tres últimas elecciones presidenciales.
Algunos de los miembros de esta instancia señalaron los errores que cada uno considera que incidieron en el resultado de la segunda ronda, pero ninguno tuvo la entereza de plantear que la candidatura del expresidente José María Figueres Olsen era un lastre que dificultaba un desenlace diferente en razón del deterioro de su imagen y el rechazo a su figura, reflejados una y otra vez en todas las encuestas.
Es una realidad que al PLN se le critica y reclama la poca renovación de sus liderazgos y la falta de probidad de algunos de sus dirigentes, la candidatura de una vieja figura con cuestionamientos éticos, justos o no, fue el principal error.
Tampoco se tocó el tema de la estrategia utilizada en los debates, en los que, al priorizar los ataques personales sobre las ideas y propuestas, era claro que el que tenía más que perder en ese escenario era el candidato verdiblanco.
Es incomprensible que se optara por tal estrategia, si se contaba con estudios de opinión que señalaban que los cuestionamientos al candidato adversario pesaban menos en la intención de voto de los electores que aquellos que se le atribuían al liberacionista.
Otro asunto que se les olvidó, o lo soslayaron a propósito, fue la práctica del nepotismo en la designación de algunos candidatos a diputados, como el padre de la hija legisladora, la hija de un excandidato presidencial, la esposa de un exdiputado y la hermana de un alcalde.
Ninguno de los presentes en la sesión de análisis mencionó el disgusto de muchos liberacionistas por lo que consideramos un cogobierno de la fracción legislativa con la administración del Partido Acción Ciudadana (PAC).
El excesivo protagonismo de diputados liberacionistas en el trámite y aprobación de leyes, como el plan fiscal o la regulación de las huelgas, hizo recaer en el PLN la mayor parte del costo político de esas medidas impopulares.
Estas cuestiones, indiscutiblemente, tuvieron mayor peso en la derrota que las planteadas por los jerarcas del PLN en su sesión de análisis, como el trabajo de las bases, los roces de la dirigencia, el gasto millonario en asesores externos o el irrespeto a las estructuras formales, que en realidad son aspectos de poca relevancia en el contexto de una campaña.
Alguno de los dirigentes liberacionistas criticó a la jefatura de campaña por no haberle dado mayor protagonismo a la dirigencia, criterio obsoleto y desfasado, puesto que en las elecciones presidenciales ese es un factor que ya no tiene el peso de antes, prueba de ello es el triunfo el 3 de abril de un partido carente de una sólida estructura.
Los escándalos del caso Diamante, con cuatro alcaldes liberacionistas involucrados; el del alcalde de Corredores, padre del cuestionado secretario general; el del viaje del candidato a República Dominicana —estos dos últimos hechos obviados en la sesión de análisis—, así como la polémica sobre la autoría del video “un salto al vacío”, que aún es motivo de contradicciones dentro del partido, reafirmaron en la mayoría de los electores la decisión de votar en contra del PLN.
El superficial análisis efectuado por los dirigentes liberacionistas demuestra la ausencia de objetividad de quienes, de una u otra forma, tienen alguna cuota de responsabilidad no solo en la derrota, sino también en el desgaste de la marca PLN.
En un acto de madurez y vergüenza política, deberían reconocer su responsabilidad, hacerse a un lado y facilitar un concienzudo, objetivo e independiente proceso de reflexión y autocrítica, como primera medida para hacer frente a la profunda crisis que atraviesa el PLN.
El autor es exembajador.