Dado que diversas organizaciones religiosas han manifestado públicamente que el reconocimiento de la unión entre personas del mismo sexo constituye una amenaza para la familia, quisiera compartir algunas ideas al respecto antes de hacer referencia a la que considero una de las principales y verdaderas amenazas que enfrentan las familias costarricenses en la actualidad.
Las personas pertenecientes a la diversidad sexual son parte integral y funcional de la sociedad. Aunque invisibilizadas y discriminadas, las personas gais, lesbianas, bisexuales y transgénero han estado siempre presentes en las familias costarricenses. Han convivido como parejas y no pocas veces han criado sus propios hijos. En ocasiones, desempeñan roles maternos y paternos, y por lo general son hermanos, tías o primos de otros niños.
Sin embargo, esto no ha significado ningún tipo de amenaza. En este sentido, es importante mencionar que diversos estudios señalan que niños criados por parejas gais y lésbicas no suelen presentar ningún tipo de confusión o trastorno con respecto a su identidad y roles de género, ni ninguna variación significativa en lo referente a su orientación sexual con respecto a otros criados por parejas heterosexuales.
Estereotipos. Lo que sucede es que muchos de los argumentos utilizados para oponerse al reconocimiento de estas uniones responden a estereotipos, a conclusiones apresuradas e infundamentadas, a miedos aprendidos, pero nunca sometidos a un análisis crítico riguroso o a comprobación empírica.
La capacidad para conformar un grupo familiar, establecer relaciones sanas y productivas y para criar hijos(as) no está en función de la orientación sexual y/o la identidad de género de las personas, sino en sus posibilidades de vincularse por medio del amor y el respeto.
Diversidad de familias. El modelo convencional de familia, entendida como la unión mediante el matrimonio entre un hombre y una mujer, con el fin de procrear hijos o hijas, responde tan solo a una de las tantas posibilidades de conformación de grupos familiares. La realidad es que las familias costarricenses son diversas.
Están las familias uniparentales o lideradas por una mujer o un hombre (en su mayoría mujeres); las que han resultado de la unión de personas que se han divorciado o separado de otras, con hijos o no; las que han decidido adoptar a uno o más niños y claro, las que conforman las parejas del mismo sexo.
Bien podría entonces considerarse unadefinición idónea de familia como aquel grupo de personas, con lazos de consanguinidad o no, que en convivencia construyen vínculos caracterizados por el amor, el respeto y el cuidado mutuo, que promueven un ejercicio no autoritario del poder y el respeto a la dignidad, la individualidad y las necesidades de cada quien. Una familia no cumple necesariamente con su razón de ser por la forma en que está constituida, sino por la calidad de sus vínculos.
Las verdaderas amenazas. Sin duda alguna, la violencia intrafamiliar en sus diferentes expresiones (física, sexual, emocional y patrimonial) contra mujeres, hombres, niños, adolescentes y personas adultas mayores, se constituye en una de las principales amenazas para las familias costarricenses en la actualidad.
Sus secuelas suelen ser múltiples, nefastas y en muchos casos permanentes, y como bien sabemos está provocando cada vez más la muerte de mujeres y de niños en edades tempranas. Si queremos hacer algo por nuestras familias, es fundamental que identifiquemos a cabalidad cuáles son sus verdaderas amenazas.
El origen de las amenazas. Vivimos en una sociedad patriarcal y por lo tanto machista, de la que emergen muchos de los principios que subyacen a la violencia intrafamiliar como expresión de la violencia social: el sexismo (la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer), el afán desmedido por poseer, dominar y someter por medio de la fuerza y el autoritarismo.
Curiosamente, personas y grupos religiosos que dicen defender la familia y la vida, lo hacen amparados en dogmas que justifican y le otorgan legalidad al sistema patriarcal.
El reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo nos ofrece la posibilidad de dar un paso en dirección de convertirnos en una sociedad más abierta, racional, solidaria y respetuosa, algo que sin duda, redundará en beneficio de las familias costarricenses.