En el mes de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra y es el primero que se festeja dentro del decenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la restauración de los ecosistemas.
Los ecosistemas abrigan todas las formas de vida. De la integridad de ellos depende directamente el equilibrio ecológico de nuestro planeta y sus habitantes. Para el homo antropocénico, “restaurar aquellos que están dañados ayudaría a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y a prevenir una extinción masiva”, dice la ONU en el documento Cuidar nuestra madre tierra, del 2022.
Diversos distractores en los últimos meses, terribles unos, livianos otros, han desviado la atención de la siempre vigente tormenta ambiental que afecta a Pachamama: la guerra en Ucrania —que resultará en un tremendo impacto ecológico negativo—, la bofetada que Will Smith le dio a Chris Rock, el petróleo por las nubes y las elecciones nacionales, son ejemplos.
Hay tres acontecimientos que se suman a la interminable lista de agresiones que ha añadido el primate antropoide, autonombrado ser privilegiado de Gaia.
Un estudio reciente concluyó que el cambio climático está acabando con los organismos del suelo, que son indispensables para algunos de los ecosistemas. La costra biológica o biocorteza es la “piel” que cubre los suelos de los desiertos y es esencial para la vida en lugares secos. Engloba el 12% de toda la tierra del planeta. La integran hongos, líquenes, musgos, algas verdeazuladas y otros microbios, retiene agua y produce nutrientes que otros organismos pueden utilizar. El cambio climático está destruyendo esta capa. La progresiva desaparición causa la expansión de los desiertos.
El lago Peñuelas, embalse chileno, fue construido a finales del siglo antepasado con el propósito principal de abastecer de agua potable al puerto de Valparaíso. La zona fue convertida en reserva nacional (1952) y la Unesco la catalogó como reserva de la biosfera en 1985.
El promedio histórico de almacenamiento era de 31 millones de metros cúbicos. En febrero pasado, la empresa Esval S. A., operadora del embalse, informó de que su volumen alcanzaba unos 170.000 metros cúbicos.
En marzo, registró solamente 8.000 metros cúbicos, lo que representa el 0,01% de su capacidad. Las reservas de agua agonizan, porque durante el 2021 el déficit de lluvias fue del 75% y en nieve acumulada, del 100%. Este es un ejemplo extremo que puede aparecer en otros países.
El Instituto de Geografía PUCV chileno determinó que se requiere una planificación a largo plazo, restaurar el bosque y la vegetación nativa y poner límites a los usos que consumen mucha agua, como plantaciones forestales y cultivos agrícolas, así como hacer un manejo integrado de las cuencas. Perogrulladas que todos conocemos, pero “a quién no le da gusto ponerse a jugar con suponeres”, decía Tata Mundo.
El nadador Benoit Lecomte recorrió el conocido gran parche de basura del Pacífico, ubicado entre Hawái y California, en compañía de investigadores de centros prestigiosos. El último estimado de residuos plásticos que flotan en el océano Pacífico pesa aproximadamente 90.000 toneladas, comprende casi 2 billones de piezas de basura plástica y crece día tras día.
Tiene aproximadamente 27 veces el tamaño de Costa Rica. Organizaciones como The Ocean Cleanup están haciendo una labor impresionante con el propósito de limpiar los océanos de esta lacra humana. Su titánica iteración destinada al basurero del Pacífico dio inicio en octubre del 2021.
Muchas personas se encuentran trabajando muy activamente en diversas iniciativas para lograr que nuestro planeta llegue a ser más saludable para todos los seres vivientes.
Estos dignos representantes de la humanidad tendrán que liderar la cruzada contra lo que Yuval Noah Harari escribió en su libro Sapiens: ¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren? Lamentablemente, es la mayoría.
El autor es médico.