En noviembre del 2022, representantes de más de 100 comunidades judías del mundo participaron en uno de los eventos más relevantes de la historia judía contemporánea, para analizar y fortalecer la relación entre judíos y católicos.
Las reuniones comenzaron en la Gran Sinagoga de Roma, luego en el aula del sínodo del Vaticano, seguidas de un encuentro con el papa Francisco y, para finalizar, un almuerzo kosher —como dicta la ley judía— en el aula Pablo VI.
En ese marco, el Congreso Judío Mundial empezó un proceso al que llamó Kishreinu —del hebreo “nuestro vínculo—, un documento que sienta la hoja de ruta para el futuro de las relaciones judeo-católicas y está dirigido a inspirar fraternidad y convivencia en todo el mundo.
Kishreinu fue el resultado colaborativo de diversas comunidades judías de todos los rincones del mundo para celebrar y multiplicar nuestros lazos con la Iglesia católica, como una respuesta judía a Nostra aetate (del latín “nuestro tiempo”), de 1965, el instrumento surgido del Concilio Vaticano II, después de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial.
El documento final fue presentado en el Vaticano al papa Francisco el 19 de octubre del 2023 y, hace unos días, fue compartido en Ciudad de Guatemala con el Secretariado Episcopal de América Central (Sedac) en su asamblea anual.
Tuve la oportunidad de participar en la reunión con los obispos centroamericanos, como parte de una delegación del Congreso Judío Latinoamericano que asistimos para promover el diálogo y la construcción de puentes de entendimiento y un mundo más armonioso entre judíos y católicos.
Nuestra participación como líderes de comunidades judías de la región en la asamblea del Sedac fue considerablemente inspiradora y esperanzadora, sobre todo, en los tiempos actuales, en los que ha aumentado de manera preocupante el antisemitismo en muchas partes del mundo.
Como miembro de una minoría, aspiro a que encuentros como estos sean imitados, con el objeto de infundir paz y hermandad, combatir el odio irracional contra quienes nos son diferentes y reforzar el compromiso colectivo por construir un mundo más fraternal, que contribuya a la armonía entre los pueblos.
El autor es miembro de la Comunidad Judía de Costa Rica.