El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) sigue gozando del aprecio de la mayoría de los costarricenses, pero nos está debiendo en cuanto a la calidad de sus servicios, y esto se refleja en las críticas que justificadamente se le están haciendo.
La previsión se ha perdido, y no por falta de capacidad técnica, sino por malas administraciones y direcciones que lo gobiernan.
El problema empezó hace algunos años. La idea de que el ICE es de todos los costarricenses y que por tanto debe protegerse de la competencia ha impedido el buen actuar del sector de la energía, y los intentos de abrir el mercado, o se han hecho a medias o del todo no se han podido lograr.
Es evidente que como institución pública no es capaz de hacer frente a las crecientes demandas.
La solución, tal como lo demostró la apertura de las telecomunicaciones, es abrir a la competencia el mercado de la energía eléctrica y poner al ICE a rivalizar con empresas privadas, como una manera de aumentar las posibilidades de brindar los mismos servicios y afrontar el incremento inminente de las necesidades para el desarrollo del país.
El mercado de la energía eléctrica tiene la característica de ser cautivo y obligado, se puede vivir sin teléfonos, pero no sin electricidad.
La existencia de un campo regulatorio rígido y de leyes de protección que limitan las posibilidades de una participación abierta a la competencia han coadyuvado a impedir que el sector satisfaga la creciente demanda.
Los intentos de algún mecanismo de apertura se han hecho en diferentes oportunidades mediante la participación de otras empresas, como la CNFL, las municipales de Heredia y Cartago, la ESPH, la Jasec y las cooperativas de electrificación rural, pero que generan menos de su mercado y dependen del suministro que les dé el ICE.
No son de ayuda para solventar los problemas de la demanda como los que estamos viviendo ni otras soluciones que se han intentado, tales como la cogeneración y la generación distribuida, debido a las limitantes impuestas como protección al ICE y a las absurdas regulaciones que desincentivan la inversión privada.
Por otro lado, el ICE apostó desde su creación por la generación mediante centrales hidroeléctricas, lo cual era la solución idónea en un país donde llovía más de la mitad del año y las reserva hídricas garantizaban un suministro constante; sin embargo, la situación cambió hace ya algunos lustros.
Aunque el ICE incursionó exitosamente en generación geotérmica y eólica, lo ha hecho de manera incongruente con las expectativas de una demanda creciente de fuentes no hidráulicas.
Según estudios realizados por el mismo ICE, del potencial geotérmico que se estima existe en el país, solo se explota la cuarta parte, y el potencial eólico y fotovoltaico se pueden considerar infinitos, solo limitados por la capacidad de inversión.
De manera tal que el ICE debe modificar sus planes de inversión apostando más por las generaciones eléctricas no hidráulicas, conservando su filosofía de producir electricidad con fuentes naturales amigables con el ambiente, lo cual es su principal característica.
Escuchar en una conferencia de prensa a la presidencia ejecutiva y la gerencia de energía del ICE su justificación a la suspensión del servicio eléctrico, intermitentemente en los próximos días, mientras, según expusieron, dure la incertidumbre de las lluvias que restablezcan los niveles de los embalses de sus plantas y los caudales en los ríos donde existen plantas que toman directamente el agua de ellos, parecieran razonables si se presupone que es una situación fuera de su gestión.
Sin embargo, es inconcebible que no den soluciones inmediatas al problema, se limiten a informar sobre cómo se producirán los cortes y no anuncien qué medidas están tomando para encontrar otros medios de generar la energía faltante.
El problema energético se esta convirtiendo en un peligro para la estabilidad del ICE, y se hace necesaria la intervención de todas las partes afectadas para hallar soluciones a corto plazo, que definitivamente existen. Es la hora de afrontar el problema en forma amplia y participativa.
Autores: Rafael A. Sequeira R., ex presidente ejecutivo del ICE, y Roger E. Echeverría C., exsubgerente de Telecomunicaciones.
