La felicito [profesora Ana Lucía Fonseca] por su manera de escribir; logra fácilmente que se malinterpreten los hechos. Solo en honor a la realidad le doy respuesta a su publicación, profesora Fonseca ( “Desde una cama de hospital”, Foro, 20/03/2011). No es cierto que sea un quirófano feo y lúgubre el del Hospital México, es bonito, no es lúgubre. Tampoco es la cantina que usted insinúa. Sala de operaciones no es tristeza y colores negros; tenemos la alegría de vivir entronizados en nuestra manera de ser, para ayudar a los demás.
Discúlpenos por no haberle preguntado si quería oír la música, debimos esperar a que estuviera bajo efectos anestésicos. Tiene toda la razón al mencionar que por problemas de cupo se le trasladó al VII piso y no al III piso (Averno para usted) desde el postoperatorio inmediato. En nuestro Servicio de Emergencias Quirúrgicas realizamos en el 2010 un promedio de 200 operaciones por mes con 20 camas y es frecuente que tengamos que recurrir a otros servicios.
La historia clínica es base de la medicina. Realizar “historia clínica” ha sido, es y será, a pesar de todos los avances tecnológicos que podamos disfrutar, la más importante manera de llegar a conclusiones diagnósticas en los pacientes. Es fundamental saber si una paciente es hipertensa, diabética, si está muy enferma del corazón y hasta con pensamientos suicidas.
Lamentable. Qué triste ver a la juventud como insolente, solo por su inexperiencia, por ser estudiante y por haber vivido solo los maravillosos 20 primeros años de nuestras vidas. Si lo anterior es triste, lamentable es oír a una profesora de la UCR con ese pensamiento. Los jóvenes no nacen con el conocimiento, evidentemente se adquiere con el trabajo y el estudio.
A la joven estudiante, en caso de haber leído el artículo de la profesora Ana Lucía Fonseca, le digo que no ha hecho nada malo, que los profesores de Medicina de la UCR creemos en su trabajo. Los médicos residentes son médicos graduados. Desgraciadamente, los diagnósticos graves son reales, aunque tengamos que comunicárselo al paciente, especialmente por solicitud suya. Quisiéramos dar solo diagnósticos de poca gravedad, pero estamos en un hospital.
No somos tan malos; también lloramos con y por nuestros pacientes. Siempre estarán en nuestra mente Gustavo, Ronald, Gabriel, Óscar, José, Wilson, Isidora, Arsenio, entre muchos, unos fallecidos luego de tenaces meses de lucha, otros compartiendo sus comentarios, sobrevivientes a verdaderas catástrofes de salud.
El traslado de un paciente a la carrera es común en un servicio como Emergencias Quirúrgicas, donde naturalmente se priorizan los pacientes de mayor gravedad y las acciones. Usted fue priorizada en el momento y por razones que usted apenas supone, la operamos solo 3 horas y 36 minutos, luego que solicitó ser vista en nuestro Servicio de Urgencias del Hospital México por primera vez.
Inexactitud. La anciana que agonizó frente a su cama, lo hizo luego de meses de internamiento, de luchas y de trabajo por parte del personal de Enfermería, Laboratorio Clínico, Farmacia, Terapia Respiratoria y demás servicios indispensables que colaboraron con la paciente. Es inexacta al decir que se intentó disfrazar un descuido; no es justo tener pacientes de esta gravedad por meses y luego ver notas como la suya tan subjetiva, pero le aseguro que estos pacientes que necesitan atención inmediata van a seguir siendo atendidos por en el Hospital México.
Usted intentó servicios de una clínica privada, pero fue en la Seguridad Social donde los recibió, donde nos basamos en muchos preceptos, como solidaridad, igualdad, equidad, entre otros, en la atención que damos a todos los pacientes. Espero que usted y la opinión pública terminen de dar forma a sus pensamientos con el complemento a su publicación pero sobre todo para enfatizar que Marta y Araminta murieron por designio superior y que, por supuesto, nuestro Hospital México es una casa de salud para todos.
No pretendo polemizar y no responderé ningún otro ataque al Servicio de Emergencias Quirúrgicas del Hospital México, ni a las enfermeras de este hospital que por 35 años he visto en sus labores humanitarias. Esta respuesta es un verdadero homenaje a Marta, Araminta y a la Caja Costarricense del Seguro Social que no es el “mejor sistema” del mundo, claramente, pero dista demasiado de ser lo que usted describe.