El Banco de Costa Rica (BCR) cumplió ayer 140 años de trayectoria. Desde su fundación, en 1877, bajo el nombre Banco de la Unión, esta institución financiera tuvo como objetivo prioritario impulsar el desarrollo del país de muchas maneras, entre ellas, en un inicio, con la emisión monetaria y el control de las rentas del Estado, la construcción de grandes obras públicas como carreteras, plantas de generación de energía eléctrica, acueductos, vías férreas y centros educativos.
En sus catorce décadas de historia, el Banco de Costa Rica se ha distinguido en un aspecto que recientemente ha tomado relevancia a escala mundial: la inclusión financiera.
Diferentes organizaciones como la ONU, el FMI y el Banco Mundial, en este siglo, se han pronunciado enérgicamente acerca de la necesidad y urgencia de proporcionar a toda la población servicios financieros asequibles y seguros.
Esta inclusión financiera se refiere a integrar a todos los segmentos de la población y miembros de la sociedad, independientemente de su origen, condición social, género, tamaño y actividad, a los servicios básicos financieros para un desarrollo personal, familiar y empresarial adecuado, sostenible y responsable, con productos de acuerdo con sus necesidades.
El Banco de Costa Rica ha liderado la inclusión financiera consciente de que favorece y acelera el logro de varios objetivos económicos y de desarrollo, como la reducción de la pobreza, la creación de empleos, la seguridad alimentaria, la igualdad de género y el crecimiento equitativo.
Inclusión. En 1891, esta institución bancaria reactivó considerablemente algunas de sus carteras de préstamos, dirigidas a pequeños y medianos comerciantes, y, en 1906, “mujeres solas, viudas o simplemente amas de casa” empezaron a hacer uso con frecuencia de las posibilidades crediticias que le ofrecía la institución, según arroja la investigación del historiador costarricense Rodrigo Quesada Monge.
En 1894, instaló teléfonos en todas sus oficinas e inició la apertura de oficinas fuera de San José, y en 1902 contaba ya con sucursales en Alajuela, Heredia, Cartago y Limón, que facilitaban el acceso de diversos segmentos de la población a servicios y productos financieros seguros, que contribuyeron al incremento respecto al ingreso, dando pie a que pequeños emprendedores invirtieran en sus negocios y crearan empleos, a la vez que se fomentaba un crecimiento más firme e inclusivo de las sociedades y la economía.
Desde 1914 hasta este siglo, el BCR ha destinado consistentemente millones de colones a empresas agrícolas y ganaderas, lideradas por pequeños, medianos y grandes empresarios, extranjeros residentes en el país y nacionales, a través de corporaciones, sociedades anónimas y cooperativas.
En 1987, inauguró el primer cajero automático y Teleban, el sistema en línea que permitía realizar consultas y transferencias entre cuentas corrientes, reportes de cheques emitidos, pagos y cobros electrónicos. La institución bancaria logró así colocarse a la vanguardia en la innovación tecnológica que permitiría integrar a la vida comunitaria servicios financieros de fácil acceso.
Historia moderna. En la historia reciente, manteniendo su política de inclusión financiera, en 1998 creó el primer banco infantil en el país y, en el 2010, transita por nuestras carreteras la primera oficina móvil. En el 2015, inauguró el primer banco para la mujer, Kristal, y, en el 2016, lanzó la marca Tucán, que permite por primera vez el pago de pensiones (además de otros servicios públicos) en puntos de ventas populares, como comercios y pulperías, en todo el territorio nacional, incluidos lugares distantes adonde otras instituciones financieras no llegan.
Hoy, el Banco de Costa Rica es la institución financiera con más oficinas y red de cajeros automáticos en nuestro país y el que lideró recientemente la más grande apertura de cuentas corrientes y de ahorros, aprovechando el régimen que permite a las entidades financieras simplificar los procedimientos de trámites.
Con acciones enmarcadas en una respuesta financiera proactiva, participativa y con rostro humano, que va más allá de la protección pasiva de los derechos de las personas, hemos construido una institución financiera que se preocupa en normalizar el consumo por medio de la educación, que administra los riesgos sin excluir a poblaciones, proporcionando al mismo tiempo beneficios significativos a los clientes.
La autora es presidenta de la Junta Directiva del BCR.