Según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los pueblos indígenas son custodios del 80% de la biodiversidad del planeta y entre un 50 y un 80% de sus sistemas alimentarios son autosuficientes.
Para Costa Rica, con casi un 60% de cobertura boscosa y casi un 6% de la biodiversidad del planeta, a pesar de poseer el 0,03% de su superficie, estas poblaciones son fundamentales para la preservación de la biodiversidad.
En ocasiones, obviamos el valor de las cifras y minimizamos la existencia de 476 millones de indígenas distribuidos en 90 países, que forman parte de 5.000 grupos humanos diferentes en costumbres, arraigos culturales, gastronomía, creencias e idiomas.
A pesar de que contribuyen a un cúmulo insustituible de saberes en términos de producción sostenible de alimentos y protección ambiental, un número significativo vive en condiciones de pobreza y exclusión.
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo de 1989 (anteriormente, Convenio 107 sobre Poblaciones Indígenas y Tribales en Países Independientes de 1957) establece la consulta estatal a los pueblos indígenas para obtener su consentimiento libre, previo e informado.
Gracias a este tipo de instrumentos, incluida la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), los trabajos del Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial y del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas del Ecosoc, así como al andamiaje legal internacional aún en elaboración, es que en diversas instancias, tales como la Convención de Diversidad Biológica (CDB), se han ido abriendo espacios donde representantes de estos y la sociedad civil expresan al concierto de naciones sus posiciones y realidades, y solicitan legislación específica.
En temáticas como la ambiental, seguridad alimentaria y producción agrícola sostenible, deben ser vistos como grandes socios del desarrollo; su vasto conocimiento en el terreno incluye saber si las medidas multilaterales que se discuten tienen asidero y promover el cambio que se desea.
En la CDB, países más ambiciosos como el nuestro aspiran a que el ser humano viva en armonía con la naturaleza de aquí al 2050. Ello requiere acciones, y Costa Rica y más de 100 países en la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas promocionan la protección del 30% de la tierra y el océano como meta para el 2030, como medida mínima tendente a frenar la pérdida de biodiversidad.
Por ello, en la Coalición, hay un grupo de trabajo permanente con representantes del Foro Indígena Internacional sobre Biodiversidad para la retroalimentación en asuntos como acciones y armonización de posiciones y conceptos.
En el 2021, la FAO lanzó la Coalición sobre los Sistemas Alimentarios de los Pueblos Indígenas, que reconoce la aportación en cuanto a cosmovisión, modos de vida y producción amigables con el ambiente, incluida la agricultura familiar como ejemplo de transformación y construcción de modelos alimentarios resilientes y sostenibles.
La FAO posee, además, un centro global que reúne a universidades, centros de investigación y organizaciones de pueblos indígenas para vincular, al mismo nivel, conocimientos científicos y tradicionales, en procura de la seguridad alimentaria y los sistemas sostenibles de producción de comestibles.
Este tipo de espacios abren la posibilidad de revalorizar en su totalidad el papel de los indígenas en la toma de decisiones y la concertación de acuerdos internacionales
La inclusión de capacidades, el intercambio de conocimientos y la exhibición de casos de éxito hacen que espacios como los mencionados sirvan para amalgamar y armonizar esfuerzos de conservación y restauración de los ecosistemas naturales, mientras se fortalece la producción agropecuaria amigable con el ambiente y se tome en cuenta a otros colectivos, como a la sociedad civil organizada, afrodescendientes, agricultores familiares y mujeres productoras rurales, para que sirvan de enlace entre producción y protección, con el fin de que dejen de ser elementos mutuamente excluyentes en las agendas políticas y de desarrollo.
Es clave propiciar acertadamente la participación de los pueblos indígenas en la toma de decisiones y formulación de políticas globales, regionales y nacionales. Con un bagaje milenario, los pueblos indígenas y las comunidades locales están entre los que mejor conocen y viven el significado del desarrollo en pro del planeta.
El autor es internacionalista y máster en diplomacia.