Muchos padecimientos de los ojos pueden ser tratados con relativa facilidad, pero son progresivos y pueden causar daños irreversibles si los especialistas en oftalmología no intervienen a tiempo. En ese peligro está Alba Godínez, vecina del barrio Inmaculada, en Quepos, cuya enfermedad, conocida como pterigion, se remedia con una sencilla operación.
Cuando el pterigion requiere de intervención quirúrgica, el médico retira una capa roja que invade la córnea y el paciente se recupera con rapidez pero, si el tratamiento no se hace a tiempo, puede haber una afectación parcial o total de la vista. La señora Godínez tiene una década con la angustia de perder la vista a cuestas. Su padecimiento ya está avanzado y todavía no sabe si será atendida.
En Quepos hay 244 pacientes en lista de espera para un tratamiento oftalmológico. Según dijo, doña Alba fue referida en tres ocasiones al hospital Monseñor Sanabria, de Puntarenas, pero las citas no se concretaron. En el hospital Max Terán Valls, de Quepos, no había especialista hasta el 4 de abril pasado y cuando lo nombraron, se presentó a trabajar, pero nada pudo hacer, ni diagnóstico ni cirugías, por falta del equipo requerido.
Según la Auditoría Interna de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el director de la Red Integrada de Prestación de Servicios de Salud del Pacífico Central aceptó la designación del especialista y se comprometió a dotarlo de los instrumentos requeridos para brindar atención en el Max Terán Vals, pero la promesa no se concretó.
LEA MÁS: Nombramiento de oftalmólogo en hospital sin equipos impide atender larga lista de pacientes
El caso es desconcertante y, para los pacientes en espera de tratamiento, una cruel decepción pero, más allá de la falta de coordinación, vale preguntarse por qué el principal hospital del Pacífico Central ha venido careciendo de un oftalmólogo y el equipo necesario para atender a la población de la zona, especialmente si se sabe de una lista de 244 personas necesitadas.
Las filas de espera en oftalmología no son un fenómeno reciente ni dejan de presentarse en el resto del país. Una paciente del Valle Central fue diagnosticada con un padecimiento progresivo y obtuvo cita para un par de años después, cuando corría riesgo de perder la vista. Consiguió el apoyo de amigos para operarse y, ya repuesta, comentó que guardaría la cita del seguro para tratarse el otro ojo, porque comenzaba a percatarse de los mismos síntomas.
Las anécdotas darían risa si fueran inventadas, pero son realidades sufridas por los asegurados en diversas especialidades. La situación de esos pacientes se torna dramática cuando sus enfermedades, como en estos casos, se agravan con el tiempo, sobre todo, si la intervención quirúrgica requerida es relativamente sencilla.
LEA MÁS: Emergencia nacional para acabar con las listas de espera
Según los auditores, los asegurados del Pacífico Central se ven obligados a recorrer “largas distancias” para ser atendidos. Así ocurría antes del desliz burocrático y seguiría ocurriendo mientras la Caja no logre instalar en el sitio al especialista con su equipo. Lo doloroso es que se nombró al médico y los recursos para comprar el equipo estaban disponibles, si nos atenemos a las explicaciones de los responsables. El 16 de noviembre del 2021, cuando las autoridades correspondientes se comprometieron a instalar el equipo, seguramente contaban con el presupuesto. Cuando se les preguntó por qué no habían cumplido, no alegaron falta de recursos sino la existencia de “una serie de actividades administrativas”.
El caso invita a preguntar cuánto del problema de las listas de espera obedece a, simplemente, a mala gestión. Las razones burocráticas del incumplimiento en Quepos seguramente no pasan de ser apenas uno de los motivos de la limitada atención en oftalmología y en otras especialidades, pero son totalmente injustificables.
