Hace pocos años empezó a manifestarse una nueva tendencia en la economía internacional, que traerá grandes beneficios a nuestro país. Se trata de la relocalización de procesos productivos y de servicios a la que están acudiendo varias empresas para estar más cerca de los multitudinarios centros de consumo; de ahí que en inglés se le conozca como nearshoring. Costa Rica tiene un gran potencial para beneficiarse de este nuevo modelo.
Los principales móviles de las empresas que siguen ese rumbo son acortar los tiempos de transporte, tanto de mercaderías como de personal clave, aprovechar zonas horarias comunes que faciliten la comunicación y beneficiarse de similitudes culturales y de consumo que, cuanto más cerca, suelen ser mayores. De ese modo, pueden reaccionar con más rapidez a los cambios en las preferencias de los consumidores —sean personas o negocios— y adelantarse a competidores más distantes.
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Ilustración sobre nearshoring para el editorial del 19/8/2020
Una de las principales herramientas impulsoras del cambio es la automatización. Al reducir, mediante ella, la necesidad de mano de obra para una gran cantidad de procesos, esencialmente de manufacturas simples, el costo del trabajo se hace menos relevante y otros factores adquieren preponderancia, como la ya mencionada cercanía. También incide la llamada Internet de las cosas, que facilita que etapas finales de los procesos se acerquen más a los consumidores e, incluso, se adapten a la medida de sus preferencias individuales.U
A lo anterior hay que añadir, como una causa más reciente, pero también muy volátil, polémica y, por ende, riesgosa, las tensiones geopolíticas, principalmente entre China y Estados Unidos, y los esfuerzos de este último por reducir la importancia del primero como elemento central de las cadenas globales de valor.
Los países que combinen mano de obra bien calificada, capaz de impulsar la automatización y adaptarse a ella, cercanía a los grandes centros de consumo, familiaridad para las compañías multinacionales y buen historial de desempeño, así como regímenes políticos y jurídicos estables y confiables, pueden beneficiarse mucho de esta tendencia. Costa Rica está en este grupo, lo cual genera nuevas oportunidades para la atracción de inversión extranjera directa, principalmente de empresas estadounidenses, no solo en el campo de las manufacturas avanzadas, sino también en el de servicios empresariales y productos perecederos que respondan a nuevas preferencias de alimentación.
Desde hace meses, la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde), en conjunto con el Ministerio de Comercio Exterior (Comex), hace gestiones orientadas en ese sentido. Nos satisface que estén asentadas en un abordaje estratégico y a largo plazo, sin descuidar las oportunidades puntuales que puedan abrirse por razones geopolíticas, pero sin depender de ellas ni dejarse seducir por promesas sin suficiente sustento.
Todo indica que la idea divulgada hace pocos días por Estados Unidos, según la cual estimulará la relocalización en nuestro hemisferio de compañías estadounidenses establecidas en China, es parte de ello. Hasta el momento no se han dado a conocer detalles y, una vez que se informen, cada empresa actuará de acuerdo con sus propias consideraciones, no las de su gobierno. Más curioso aún, la presunta iniciativa no fue anunciada por los departamentos del Tesoro o de Comercio, sino por Mauricio Claver, parte del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca y candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Todo esto hace suponer que, en este caso, no estamos ante un plan bien estructurado, sino frente a una promesa de campaña.
Lo más prudente, por ello, es que el país simplemente tome nota y esté atento a la idea, pero que siga trabajando con rigor y método a partir de tendencias más claras y relevantes. Porque son estas, no el oportunismo, las que realmente orientan las decisiones de las empresas serias.