La frase siempre debemos tenerla presente: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Con estas 12 palabras, comienza el primero de los 30 artículos que conforman uno de los documentos de mayor trascendencia para toda persona y sociedad alrededor del mundo. Hablamos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el domingo cumplió 75 años de ser aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en París.
Eran tiempos particularmente difíciles. La Segunda Guerra Mundial había terminado apenas tres años atrás. Las terribles consecuencias del conflicto golpeaban con justificada fuerza la conciencia de la humanidad. Su destrucción material había sido enorme. Sin embargo, palidecía ante la pérdida de innumerables vidas humanas. Este saldo no solo se nutrió de las acciones militares, sino también de la puesta en marcha de una maquinaria de aniquilamiento fría, sistemática y calculada que, desde aberrantes ideologías totalitarias, generadoras de inaceptables prejuicios, pretendió despojar de su humanidad a amplios grupos de población, debido a sus creencias, etnia, costumbres o nacionalidad.
Ya era imposible negar o esconder los crímenes de guerra, las revelaciones del Holocausto contra el pueblo judío y otros ensañamientos genocidas. El “¡Nunca más!” adquirió una aguda inmediatez, y logró materializarse, con fuerza visionaria, inspiradora, preventiva y movilizadora en la Declaración.
Su artículo 2 establece con claridad el ámbito universal de sus postulados, con estas palabras: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona...”.
Esa universalidad y unicidad es algo que se empeñan en cuestionar regímenes autoritarios que, debido a un relativismo contrario a la letra y el espíritu del documento, e incluso a la naturaleza de las personas, solo pretenden maquillar sus propias transgresiones.
La Declaración no es un tratado con fuerza vinculante para sus adherentes, sino un compendio de poderosos principios. Sin embargo, desde el concepto del ius cogens, que tutela valores compartidos por la comunidad internacional, así como de la fuerza que adquieren las normas consuetudinarias de convivencia, es estandarte y también fuente y referente legítimo de derecho universal.
Sus postulados forman parte de la mayoría de las constituciones. Gracias a su ímpetu se ha producido un rico desarrollo jurídico. Ha dado lugar a varias convenciones destinadas a tutelar y ampliar normativamente esos derechos, crear tribunales encargados de protegerlos y aplicarlos, y diseñar mecanismos destinados a evitar violaciones como la tortura o la discriminación.
El sistema interamericano de protección de los derechos humanos es parte de ese gran andamiaje. Incluso, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre precedió por pocos meses a la Universal. El sistema hemisférico incluye varias instancias, pero tiene como su manifestación más tangible la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en Costa Rica en 1969 y vigente desde 1978. La Corte-IDH, con sede en San José, es el máximo tribunal en la materia y la instancia encargada de interpretar y aplicar la Convención.
Precisamente porque ahora, como antes, son frecuentes las violaciones a los derechos civiles, económicos, sociales y culturales, es que la Declaración Universal tiene particular relevancia. Cuantos más riesgos o ataques, mayor necesidad de protección y promoción existe, y más necesaria es la insistencia en que las personas deben ser el centro del sistema internacional.
Razones sobran para celebrar sus 75 años de existencia, pero, sobre todo, para siempre impulsar su vigencia y la de todos aquellos instrumentos e instancias que promueven y protegen los derechos humanos.
![La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue proclamada por la ONU el 10 de diciembre de 1948. Foto ONU](https://www.nacion.com/resizer/v2/PQJZYXMDZVBLLCUYDHTWRD5BHU.jpg?smart=true&auth=6c24cb8c5e2a13b70263fad39e32c18a49d07bf18dc34e446d16e4092913e448&width=1200&height=800)