Nadie duda de las ventajas obtenidas con los 23 viajes de la presidenta ejecutiva del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), Yamileth Astorga. La propia funcionaria los explica con claridad meridiana: “En todos estos viajes el beneficio para nuestro país ha sido no solo de conocimiento, sino de posicionarlo a escala centroamericana, latinoamericana y mundial”.
“En todos estos viajes”, dice la presidenta ejecutiva, ¡como si fueran tantos! Apenas hizo 23 en los primeros tres años de gobierno. Sus estadías en el extranjero promedian poco más de un mes por año. Para ser precisos, estuvo fuera 110 días, según el sitio electrónico de la Presidencia de la República, aunque ella insiste en haber logrado los conocimientos y posicionamientos en tan solo 88 jornadas.
Estamos bien posicionados en el concierto de naciones, no cabe la menor duda, y la imprevisión del Partido Acción Ciudadana, cuando criticaba desde la oposición el gasto en viajes, no es motivo para dejar de celebrarlo. Cuando se está en oposición, la diplomacia del alcantarillado no salta a la vista entre las necesidades apremiantes de un gobierno, pero no es lo mismo verla venir que bailar con ella, dijo el presidente Luis Guillermo Solís.
Una vez en el poder, las confusiones se despejan y aparece clara la necesidad de posicionarnos entre los países con alcantarillado en la región, el continente y el planeta. La intensa gestión internacional podría desembocar en un bloque de naciones con alcantarillado insuficiente, algo así como los no alineados del desagüe. Nos sobran credenciales para presidirlo. Basta una mirada al Tárcoles, el Torres o el Ocloro para acreditar el subdesarrollo y fundar nuestras justas aspiraciones de ocupar un espacio en la vanguardia, allí donde las aguas negras aumentan los caudales.
El liderazgo implicaría más viajes, pero mejor posicionamiento. Estaríamos, además, en condiciones de desplegar operaciones de inteligencia para mejorar el conocimiento. Este último, sin embargo, corre el riesgo de desaprovecharse con el cambio de gobierno. ¿De qué sirven los viajes si el conocimiento emigra con el funcionario?
El programa de viajes del AyA necesita continuidad, una verdadera política de Estado, no solo para asegurar el posicionamiento, sino para garantizar la preservación de la memoria institucional, engrosada a tan alto costo. El torrente de la política no debe arrastrar esos tesoros como si se tratara de una alcantarilla desbordada.
Laboró en la revista Rumbo, La Nación y Al Día, del cual fue director cinco años. Regresó a La Nación en el 2002 para ocupar la jefatura de redacción. En el 2014 asumió la Edición General de GN Medios y la Dirección de La Nación. Abogado de la Universidad de Costa Rica y Máster en Periodismo por la Universidad de Columbia, en Nueva York.
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