Las presas fuera de serie en las principales calles del área metropolitana no solo evidencian el gran desfase de nuestra infraestructura vial, sino también la incapacidad y la falta de sentido común de nuestras autoridades.
En medio de la desesperación y la impotencia, miles de conductores y pasajeros quedan atrapados todos los días en enormes embotellamientos que se agudizaron con el comienzo del curso lectivo.
Travesías que, bajo condiciones “normales”, tardaban 20 minutos, ahora toman 45 minutos o más. Recorridos que antes se hacían en 45 minutos, en este momento superan la hora y media, y hasta dos.
El caos es total. La hora pico es un concepto caduco, pues las calles se ven como parqueos casi en todo momento, saturadas por un interminable goteo de vehículos, cuyos conductores deben sortear cierres de vías o pasos regulados.
Los defensores de lo indefendible y de los indefendibles dirán que este es el precio por las necesarias obras que se deben realizar para mejorar las carreteras en distintos puntos de San José y el resto del país.
Tratarán de repeler los señalamientos, como es costumbre en esta administración, y echarán la culpa a otros o desacreditarán a sus detractores. Sin embargo, el criterio de las voces especializadas es categórico.
“Lo que está pasando en las carreteras es completamente fuera de serie. Yo tengo 64 años y 43 años de carrera en este campo y es algo insólito”, dice Mario Durán, máster en Ingeniería de Transporte por la Universidad de Berkeley, California.
Sus palabras fueron secundadas por Olman Vargas, presidente del Colegio de Ingenieros y Arquitectos, quien en forma vehemente aseguró no recordar congestionamientos como los de estos días.
Ambos atribuyen esta inusitada situación al hecho de que se le diera el banderazo de inicio a varias obras simultáneamente, sin la elaboración responsable de un plan de manejo del tránsito para mitigar el impacto.
Resulta que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) no contempló campañas de información, rutas alternas, mayor vigilancia policial, horarios escalonados en los trabajos y una reorganización del servicio del tren.
El gobierno tendrá ahora que salir corriendo a buscar una salida improvisada para tratar de aliviar la megacongestión causada por su falta de planificación y sensibilidad.
rmatute@nacion.com
El autor es jefe de información de La Nación.