Las desigualdades se acentuarán, una vez más, entre los niños de la provincia de Limón cuando regresen a clases. Varios centros de estudio anunciaron que no podrán volver a las lecciones presenciales debido a las pésimas condiciones de la infraestructura, problema sin resolver desde hace mucho tiempo.
Es triste recordar cómo, en mayo del 2019, un editorial de este medio señaló al entonces ministro de Educación las graves falencias en Limón, lo cual fue reconocido por el jerarca y, como resultado, la misma Casa Presidencial encargó la solución al vicepresidente Marvin Rodríguez, a quien se le encomendó la responsabilidad de la Mesa Caribe.
La escuela de barrio Limoncito motivó el editorial, entre otras razones, por la conmovedora historia de un niño que se trasladaba al centro educativo portando un pequeño abanico para atenuar las fuertes temperaturas a las cuales se les exponía, aumentadas por la paredes hechas con latas de zinc.
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Dos años después, es una de las instituciones educativas que alzan la voz en razón de la incapacidad de contar con las condiciones mínimas para reanudar las lecciones este año.
De los 72 centros educativos que tendrán que mantener la virtualidad, 40 se encuentran en la provincia de Limón. ¿En qué está la Mesa Caribe y por qué no aprovechó el año pasado para mejorar la infraestructura?
Lo triste es que las condiciones del 2020, si bien fueron difíciles en múltiples dimensiones, resultaban óptimas para la reparación de infraestructura, pues no había estudiantes en las instalaciones y existía personal del sector público (ej. Japdeva, Recope) percibiendo salarios sin sus habituales responsabilidades o con menos carga de trabajo.
Junto con la necesidad de fuentes de empleo, las condiciones pudieron ser aprovechadas para emprender las obras. ¿Por qué no siguieron el ejemplo de Guanacaste, donde actuaron con el apoyo de varias ONG y la empresa privada?
¡Inconcebible!, más de 23.000 niños tendrán las puertas cerradas y las clases seguirán de manera virtual, encarando problemas de conectividad, por su ausencia o pobre calidad, lo que afecta a docentes y alumnos.
Los años perdidos en educación nunca se recuperan.
La autora es politóloga.