Celebro la decisión del gobierno para universalizar el idioma inglés y espero que la propuesta se concrete en una mejora sustancial tanto en cobertura como en calidad.
En el mundo, hay 1.500 millones de angloparlantes, pero más importante aún: es el idioma predominante en los negocios (empleo), el turismo, la investigación y el conocimiento.
Hace más de dos décadas, nuestro país tomó la decisión histórica de convertirse en un país bilingüe, decisión correcta, pero hemos de reconocer que se ha invertido mucho, pero avanzado poco y muy lentamente.
Según la Encuesta Nacional de Hogares (2010-2015) pese a que nuestros niños y jóvenes reciben durante 12 años el segundo idioma, solo un 10,8 % de la población manifiesta dominarlo, con el agravante de existir brechas por género, región y quintil de ingreso.
El perfil más alto de dominio entre los 25 y 44 años es masculino, pertenece al quinto quintil de mayor ingreso (29 %), es urbano (11 % vs. 3 %) y viene de hogares de un clima educativo alto (32 %), lo cual nos hace concluir que la enseñanza del inglés no combate la desigualdad.
Entre las razones, el número de horas es insuficiente (de 3 a 5 lecciones de 40 minutos semanales), diferencia entre enseñanza presencial o uso del radio para regiones más alejadas, el nivel de los profesores (principiantes e intermedios), además de las pocas posibilidades del uso del inglés en la cotidianidad.
España tenía un problema similar y optó por lanzar el Programa de Educación Bilingüe Español-Inglés a partir de la firma de un convenio en 1996 entre el Ministerio de Educación Español y el British Council, cuyos resultados, luego de una reciente evaluación externa, muestra resultados muy positivos.
En Estados Unidos, solo el 20 % de los alumnos de colegios públicos aprende otra lengua en primaria y secundaria, mayoritariamente el español, en comparación con los europeos, entre los cuales un 92 % recibe un segundo idioma. Francia y seis países más registran el 100 % (Eurostat).
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Es recomendable que el MEP y el INA estudien la experiencia española, y dada nuestra cercanía con los Estados Unidos, en una relación ganar-ganar, se podría lanzar un programa conjunto en beneficio de niños y jóvenes de ambos países.