El martes se celebrarán las elecciones de medio periodo en los Estados Unidos. Los 435 escaños de la Casa de Representantes y 34 de los 100 puestos en el Senado serán renovados.
Este tipo de elecciones son, usualmente, un referéndum del desempeño de la presidencia y el malestar, especialmente, de las mujeres será el protagonista.
Según Real Clear Politics, la popularidad del presidente se encuentra en un 43,9 %, pero es más baja entre las mujeres, quienes se inclinan en un 63 % por los demócratas y un 33 % por los republicanos. El nivel más bajo en la historia del partido.
En el 2016, las mujeres cerraron filas a favor de Hillary Clinton, le dieron un 54 % contra un 41 %, y en menos de 24 horas de su juramentación Trump enfrentó una marcha de casi 4 millones de indignadas, la más grande, en un solo día, en la historia del país.
El malestar de las mujeres ha crecido debido a la cultura de silencio e impunidad ante la violencia sexual, lo que dio origen al movimiento #metoo, por el apoyo del presidente a cuestionados personajes, entre ellos Brett Kavanaugh, el nuevo juez de la Suprema Corte, por su política de separación de niños migrantes de sus familias y sus acciones por desmantelar el Obamacare. Estas cuestiones han sido tema central de muchas candidatas.
La ola magenta tiene dos aristas. Por una parte, una masiva participación de candidatas que aspiran a ser elegidas en diferentes puestos, mayoritariamente por el Partido Demócrata, pero no exclusivamente. Como muestra del cambio, una reconocida ONG a favor del empoderamiento político de las mujeres reportó que 40.000 solicitaron su ayuda, que no solo es a escala federal, pues hay 3.400 aspirantes para legislaturas estatales.
Por otra, más que azul o roja, por referencia a los colores de los partidos, esta será una elección magenta en la que las mujeres no solo incrementarán su exigua representación, una excelente noticia, sino que por sus votos puede significar que los republicanos pierdan el control de la Cámara de Representantes y de significativas gobernaciones.
Ojalá la incorporación de más mujeres ayude a cambiar la política del odio, la misoginia, la xenofobia y, sobre todo, mande un mensaje que aliente la esperanza e impida que acciones como las lamentables muertes en Pittsburgh se repitan.