Columnistas

Polígono: Vaticinios con el Premio Nobel

Por una vez, un escritor ganador del Nobel de Literatura no ocultaba una aguja envenenada.

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Hasta hace algún tiempo, a principios de enero, en vez de las promesas de año nuevo hacía mi lista personal –nunca divulgada– de candidatos al Premio Nobel de Literatura. Los resultados del vaticinio fueron erráticos: estuvieron, entre los candidatos que “me propuse” y murieron sin recibir el galardón, Calvino, Müllisch y el sempiterno Borges, y entre los que sí lo alcanzaron, aunque no en el año en que los “postulé”, García Márquez, Saramago y Coetzee; pero con Imre Kertész acerté en toda la línea: lo hice mi candidato in pectore varios meses antes de que los académicos suecos me dieran la razón.








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