Columnistas

Polígono: La carta rusa

Si lo importante era demostrar que los electores estadounidenses son cuerdos, habría bastado con señalar que la gran mayoría de ellos no votaron por Trump.

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Hace algunos meses, alguien se preguntaba en las redes sociales si la fijación del Partido Demócrata y la prensa de Estados Unidos con una supuesta intervención rusa en la campaña electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca no era sino un intento por convencer al mundo de que, solo embaucados desde el extranjero, los estadounidenses podrían ser tan torpes como para elegir un presidente tan inadecuado. El autor de la pregunta señalaba que “la carta rusa” era un cargo fácil de “vender” dentro del intento de acortarle el mandato a Trump o, en el peor de los casos, impedir su reelección, pero argüía que podía resultar un arma de doble filo.








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