Las dudas que suscita el reciente Informe Estado de la Educación han comenzado a ser aclaradas por expertos que cuando ocuparon importantes posiciones públicas tuvieron la oportunidad de influir para que el informe fuera menos inquietante, pero la desaprovecharon estrepitosamente. Ahora, algunos de esos “opinionólogos” se la toman contra el prestigio de los maestros atribuyéndole a un inexistente educador perfecto virtudes y talentos que son poco menos que celestiales. Pensando en que tal vez no alcanzaremos a leer el próximo informe, nos limitamos a plantear una pregunta puntual: ¿Será tan cierto eso de que los costarricenses le dan al hábito de la lectura una importancia que justifica el revuelo causado por la “revelación” de que una gran proporción de los educadores de nuestro país se llevan mal con los libros?