¿Cuántas almas tenemos partidas? Hace tiempo coexisten dos Costas Ricas por doquier. La próspera y la estancada, la moderna y la arcaica, la de Miami y la de tugurio, una con educación privada conectada y otra traicionada por Fonatel. Y así podría seguir ad nauseam.
Entre tanta dualidad, existe, sin embargo, un espacio de homogeneidad, inmune a caprichos de las banderas que desfilan por sus corredores. Ese es el Comex.
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La tríada Comex-Cinde-Procomer es un tesoro institucional que tomó 30 años construir y del que depende nuestra estabilidad macroeconómica. Hasta que llegó la duplicidad ambivalente de la administración Solís a embarrialar el prístino desempeño de nuestro comercio exterior.
Ahí, la sandez hincó una pezuña proteccionista en aguacate y ya sobre nuestro prestigio pende una demanda. Ese desatino no salió del Comex, pero le tocó apechugarlo. El proteccionismo arrocero tampoco salió de sus entrañas, sino del MEIC, que ahora nos brinda un nuevo amargor azucarado. Ya Canadá y Brasil afilan cuchillos contra otros sectores exportadores que no merecen retorsión en tiempos de pandemia.
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El Comex es la institucionalidad comercial que da la cara por el país. Primero fue Alex Mora quien intentó revertir el yerro aguacatero del MAG. Inútil faena. Después, Dyalá Jiménez había llegado a un acuerdo preliminar con México. Fallido esfuerzo, echado al traste por Alvarado, sucesor nada glorioso de Arauz, en el MAG.
Foto Mayela López (Mayela López)
Como el dualismo invadió, hasta ahora sin remedio, el comercio internacional de Costa Rica, debemos distinguir entre el proteccionismo rancio de los últimos dos gobiernos y la cuerda floja sobre la que han tenido que desempeñarse los últimos jerarcas del Comex. Por eso no es insólito que un editorial de La Nación fustigue al proteccionismo y otro le dé una entusiasta bienvenida a Andrés Valenciano en el Comex.
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Sin ser del ramo, Valenciano llega con el prestigio de la valiosa renovación del INA. Buen precedente. Significa que, mutatis mutandis, si no podrá contra la tozudez de una política desfasada, por lo menos viene con la voluntad de fortalecer la tradición intachable del Comex. Eso merece aliento. En medio de la dicotomía que le tocó bregar, le deseamos excelente gestión, por el bien de Costa Rica.
La autora es catedrática de la UNED.