
MELBOURNE– Ahora que se están lanzando las vacunas contra la covid-19, los responsables de las políticas se enfrentan al interrogante de cómo distribuirlas de manera rápida y equitativa.
Ha habido un amplio consenso en torno a que los trabajadores de la salud deberían ser los primeros en recibir la vacuna, porque son necesarios para salvar las vidas de quienes están enfermos por culpa del virus. Pero decidir quién viene a continuación ha dado lugar a un gran debate.
Un dato relevante es que la gente de más de 65 años tiene un riesgo mayor de morir a consecuencia de la enfermedad del coronavirus que la gente más joven y que quienes tienen más de 75 años corren un riesgo aún mayor.
Otro dato significativo es que, en Estados Unidos y otros países, los miembros de las minorías raciales y étnicas desventajadas tienen una expectativa de vida menor que el promedio y que, por tanto, están subrepresentados entre quienes tienen más de 65 años.
Si le damos prioridad a la gente mayor, la cantidad que pertenece a esas minorías será más baja que su proporción en la población en general. A la luz de las muchas desventajas que ya experimentan los miembros de esas minorías, suena injusto.
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Otra estrategia. Esta sensación de injusticia parece motivar la sugerencia de Kathleen Dooling, una funcionaria de salud pública de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), de que debería adoptarse una estrategia diferente.
En una presentación ante el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC, Dooling sostuvo que los «trabajadores esenciales» —un grupo que alcanza aproximadamente 87 millones de personas en Estados Unidos— deberían ser vacunados antes de los 53 millones de estadounidenses de 65 años o más, aunque esto conduzca a entre un 0,5 % y un 6,5 % más de muertes. (El amplio rango refleja el hecho de que todavía no sabemos si las vacunas simplemente previenen la covid-19 o también impiden que la gente se infecte y transmita el virus SARS-CoV-2 que la causa).
Una política que haga que los estadounidenses de más edad esperen más tiempo para recibir la vacuna con el argumento de que son desproporcionadamente blancos sacrificaría vidas para evitar la aparente inequidad de darle prioridad a un grupo en el cual las minorías raciales y étnicas desaventajadas están subrepresentadas. Pero eso no es todo.
La subrepresentación de esas minorías entre la gente de más de 65 años es menor comparada con la enorme sobrerrepresentación de personas de más de 65 años que mueren a consecuencia de la covid-19.
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Como han señalado varios analistas, entre ellos Matthew Yglesias y Yascha Mounk, dar preferencia a los trabajadores esenciales también causaría más muertes en las comunidades minoritarias que supuestamente deben recibir un trato más equitativo.
El Comité Asesor de los CDC rechazó la sugerencia de que todos los «trabajadores esenciales» deben tener prioridad y, por el contrario, redujo el grupo a unos 30 millones de «trabajadores esenciales de primera línea», como los equipos de respuesta a emergencias, los maestros y los empleados de las tiendas de alimentos. Por otra parte, recomendó que la gente de 75 años o más tenga la misma prioridad.
Equilibrio. Estas recomendaciones son un equilibrio entre dar prioridad a los que corren un mayor riesgo y dar prioridad a todos los trabajadores esenciales, de primera línea o no.
Es claramente importante mantener a quienes realmente son trabajadores esenciales de primera línea a salvo y trabajando. Dar un nivel similar de prioridad a quienes tienen 75 años o más implicará que menos gente en general y menos miembros de las minorías desventajadas morirán del virus.
Las recomendaciones de los CDC no son vinculantes, y los estados pueden y deben ajustarlas, tanto para tratar equitativamente a las minorías desventajadas como para salvar más vidas.
Ngozi Ezike, directora del Departamento de Salud Pública de Illinois, dio un indicio de cómo se podría hacer esto en una mesa redonda del New York Times sobre distribución de las vacunas.
Ezike señaló que existen condiciones médicas para las cuales los lineamientos sobre el trato de minorías raciales y étnicas difieren de los que se aplican a los blancos.
El ejemplo que dio fue el chequeo del cáncer de próstata. Como la enfermedad es más común en los hombres afroestadounidenses que en los blancos, se recomienda examinar a los hombres afroestadounidenses a una edad más temprana de la recomendada para los hombres blancos.
El punto es examinar a todos los que están en el nivel de riesgo para el cual se considera que vale la pena realizar el chequeo.
Mismo trato para gente en igual riesgo. Si Estados Unidos mantiene las prioridades de vacunación actuales, pero suma el principio de igual trato para la gente en un mismo nivel de riesgo, los responsables de las políticas tendrán que estimar a qué edad los miembros de las comunidades afroestadounidenses, latinas y nativo-estadounidenses corren el mismo riesgo que los blancos o asiáticos de 75 años, y luego tener en cuenta la raza y la etnicidad a la hora de decidir quién es elegible a qué edad.
No tengo datos que indiquen cuál sería la diferencia, pero podría significar que, por ejemplo, un hombre afroestadounidense de 72 años es elegible y un hombre blanco de 74 años no lo es.
Algunos pueden objetar que esto es un tipo de racismo a la inversa. No lo es. A falta de más evidencia individualizada, la raza se usa como indicador de riesgo a partir del virus.
El principio guía no es que los miembros de diferentes grupos raciales y étnicos deberían ser vacunados proporcionalmente a su porcentaje en la comunidad en general. Eso no es éticamente significativo. El objetivo es salvar más vidas, lo cual debería ser nuestra principal preocupación.
Peter Singer: es profesor de Bioética en la Universidad de Princeton y fundador de la organización sin fines de lucro The Life You Can Save. Sus libros incluyen «Practical Ethics», «Rethinking Life and Death y Ethics in the Real World».
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