La gran mayoría de los extranjeros que visitan nuestro país quedan encantados, capturados por la naturaleza y el trato de la gente, pero especialmente por la vida tranquila y la cultura del pura vida.
Esa sensación es una de las razones de éxito para que Costa Rica atraiga tanta inversión extranjera. La mayoría son multinacionales que escogen venir a nuestro país a producir lo que podrían hacer en cualquier otra parte del mundo. Saben que no solo encontrarán personal muy bien calificado, sino también que los ejecutivos que traigan para administrar la empresa vivirán bien aquí.
Con esas inversiones, el país gana el empleo que aportan, los impuestos indirectos que generan y el aprendizaje de nuevas tecnologías y técnicas de trabajo. Los costarricenses aprenden a ser más productivos.
Hay una gran oportunidad de repetir esa experiencia tan exitosa enfocándose en la atracción de gente que desee vivir y trabajar en el país.
El teletrabajo se disparó debido a la pandemia. Ya es posible vivir en cualquier parte del mundo y trabajar desde donde esté uno.
Costa Rica tiene un potencial enorme para hacer que esa gente escoja venir a disfrutar de la naturaleza y del buen trato del costarricense, en vez de encerrarse en una ciudad de cemento y congelarse de frío.
Están los que quieren escapar del confinamiento temporal decretado en sus países —los llamados nómadas digitales—, pero también los que desean vivir en Costa Rica permanentemente. Incluso quienes están pensionados.
Los nuevos residentes aportarían empleos indirectos a través de los servicios que requieran, pagarían impuestos por el consumo y proporcionarían otras muchas ventajas derivadas del intercambio cultural.
Miles de extranjeros viven en Costa Rica sin que exista una política pública expresa. Muchos más vendrían si hubiera una política activa de atracción de nuevos residentes.
Para ello, es necesario darles seguridad jurídica; básicamente, que Migración les permita una larga estadía y que Tributación no los persiga por ingresos que generan fuera del país. También es preciso mejorar significativamente la conectividad, especialmente en las zonas rurales y en los parques públicos.
Otros países, con no tan buenas condiciones como el nuestro, lo están haciendo. No hay que dejar pasar la oportunidad.
El autor es economista.