En las elecciones del 2014, asistimos a la rebelión de las clases medias urbanas, afincadas en el Valle Central. En el 2018, se está configurando una rebelión de los más pobres, fuera y dentro de ese valle. Si hace cuatro años la promesa de cambiar el statu quo se vistió de progresismo, hoy el momento le pertenece al conservadurismo moral, al camino de la salvación para los excluidos de esta sociedad.
¿Le alcanzará el impulso a esta ola neoconservadora para triunfar en la segunda ronda? Quizá, pero no sé. Don Fabricio parte con ventaja. Sin embargo, la carrera está abierta y mucho dependerá de la manera como los dos Alvarado se posicionen en los próximos días. Ambos deben llegarles a nuevos sectores: a don Fabricio el tema de los valores morales no le alcanza para ganar, y a don Carlos, pegarse al gobierno lo limitará. Influirá la manera como se posicione la Iglesia católica, hoy furgón de cola del evangelismo.
RN es el favorito, pero es precipitado dar por muerto al PAC. Fue el único partido que logró defender parte de su bastión territorial y social. Más del 50 % del electorado votó por otras agrupaciones y esa preferencia no es fácilmente transmisible, pues con organizaciones partidarias tan disminuidas, las dirigencias tienen poca capacidad para imponer líneas a sus bases.
Por encima de las cábalas, me preocupa la polarización en una segunda ronda. En este ambiente cargado de fake news e insultos, cuidado si no cavamos nuestra desgracia. Es importante no tornar esta competencia en una cloaca, pues necesitamos un acuerdo multipartidista urgente en el tema fiscal. El ganador necesitará del perdedor, y peor que perder, es perder agraviado. Si el PAC perdiera, cuidado con alienar a las clases medias urbanas.
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Quienes hacen cuentas fáciles en el Congreso sumando diputados de distintos partidos para alcanzar mayorías funcionales hacen matemática de pizarrón. El Reglamento parlamentario sigue siendo el mismo, no hay por qué esperar que los partidos sean disciplinados, y en el PLN una lucha interna en su alma afectará su cohesión.
El intento de ambos contendientes por montar coaliciones tiene puntos ciegos, sin considerar los errores que cometan. En RN, la mezcla de conservadurismo moral y ortodoxia económica seduce a empresarios y tecnócratas, pero no a las clases medias. En el PAC, su defensa del sector público, poco dice a los excluidos y empresarios. Un muy difícil trance.
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El autor es politólogo.