La nueva diagramación de La Nación nos compele a comprimir la columna. Si antes podíamos decir poco, ahora, poquísimo. Para cumplir, vamos a abordar un tema trivial: las cosas interesantes, agradables, desagradables y apetitosas en estas fechas que se aproximan.
Cosas interesantes hay pocas por reportar. Rescatemos, al menos, a Quino y a Mafalda; “Hoy en la historia”, de Ignacio Santos; “Nuestra voz”, con Amelia Rueda, y la sección de Opinión de La Nación dominical.
Hay, en cambio, muchas cosas apetitosas para halagar los sentidos y convertirnos en verdaderos sibaritas o epicúreos. El beaujolais nouveau, con quesito camembert de Normandía y pan baguette Tobella, es una de ellas; tamalitos de Spoon, con costilla, ciruelas y arrocito suelto con achiote; pierna de cerdo de Don Fernando, aderezada con mint sauce ; cafecito de Naranjo; las papitas de McDonald’s; yogur de arándanos de la Dos Pinos; arreglados de‘onde Chelles; mora en leche de la Tapia; rompope pueblerino; horchata de Orotina; taquitos de pollo rebosantes de repollo; un buen casado; arroz con camarones de Soda Nidia (rumbo a Jacó); ceviche de La Ostra (afrodisíaco); y –según la refrescante sección de entretenimiento de La Nación – el trasero de Kim Kardashian.
Desagradables: la declaración de renta; deber impuestos; descubrir que el marchamo subió arbitrariamente; la resolución de la Sala IV sobre la prohibición constitucional de los curitas en política (jurídicamente abominable); la inevitable crisis fiscal, la consuetudinaria intolerancia sindical; la flojera del Gobierno; la cuesta de enero; un ataque visceral a destiempo (muchos tamales); y el examen convencional de la próstata (táctil).
Agradables: los vientos frescos de diciembre; el aguinaldo; el gordo navideño; dar un avenidazo ; el arbolito de Navidad del Hospital de Niños (esmeradamente decorado); la párvula ilusión frente a los escaparates; villancicos en el Nacional; confeti en la avenida; Zapote con capote; el tope del 26; guarito el 31 (y el hipocritón remordimiento del 1); coger café serpenteando entre cogedoras (como en los dorados años colegiales); la llegada del verano; tomarse de la mano; un atardecer en el malecón; Columbia Estéreo al amanecer; atreverse a disparar ese mensaje de texto tantas veces pospuesto; volverse a ver; abrir el corazón; reconciliarse.
Se acerca la Navidad. Decían mis padres que era la época propicia para abrazar fraternalmente a los seres queridos. ¡Qué lástima que ya no estén!