Costa Rica está muy lejos de alcanzar la carbononeutralidad. Para ello, necesita cumplir con los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, pactados con el fin de revertir o limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales.
Hasta ahora, nadie ha reportado cuánto se ha progresado en el cumplimiento de las metas establecidas. Los gobiernos y los sectores productivos y sociales asumen compromisos, pero nadie pide cuentas.
Los discursos políticos sobre la protección del ambiente estarán de moda mientras estén de por medio votos; sin embargo, los compromisos se esfuman entre las disculpas una vez acabadas las reuniones de los líderes mundiales.
Con respecto a la producción de energía eléctrica en Costa Rica, no se ve avance en el empleo de fuentes limpias. Deberíamos sacar el máximo partido a los paneles solares y la generación eólica, por costo y beneficio.
La producción hidráulica, que representa el 67 % de nuestra matriz energética, es cada vez más cara y vulnerable al cambio climático. La energía geotérmica es la más estable y la segunda más barata. Deberíamos hacer un uso más intensivo, sin descuidar la protección ambiental, ya que su fuente está dentro de parques nacionales.
Lo fundamental es que la tecnología de perforación y explotación es cada vez más amigable ambientalmente. Por eso, nuestra matriz energética debe ser revisada y considerar el crecimiento de la demanda eléctrica para reducir el consumo de hidrocarburos, que en este verano puede significar más del 20 %.
Conciencia ambiental
Es obligación del Ministerio de Educación Pública (MEP), las universidades y las instituciones públicas y privadas utilizar en su operación innovaciones para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Solo si comprendemos la importancia de la carbononeutralidad conseguiremos mitigar los efectos del cambio climático, preservar los recursos naturales y desarrollar una conciencia nacional sobre la necesidad de tener presentes en todas las actividades las metas ambientales.
Tenemos que trabajar en el manejo de residuos y la conservación de los recursos forestales que absorben dióxido de carbono.
No podemos darnos el lujo de que los ríos sean vertederos, hay que procesar las aguas negras y ser muy estrictos en el control de rellenos sanitarios.
El país debe proteger sus terrenos verdes, porque filtran, amortiguan, producen oxígeno y limpian el aire. Tenemos que desarrollar más parques urbanos y corredores verdes que atraviesen nuestras ciudades y aprobar regulaciones para que las aceras sean anchas y arborizadas, que reduzcan el calentamiento y la contaminación causados por el parque vehicular.
Transporte
La flotilla de vehículos eléctricos está creciendo. Esto nos obliga a instalar cargadores en todo el territorio. Poco hemos hecho por mejorar el transporte público y nuestra planta industrial, responsables del 56 % de la emisión de gases.
No podemos seguir posponiendo el uso de buses eléctricos o de gas natural. Hay que usar más la tecnología para evitar congestionamientos.
No podemos crear autopistas que son un parqueo en las horas pico. Nuestra obligación es mitigar el cambio climático y lograr la sostenibilidad ambiental. En el 2021, generamos más de 8.000 megatoneladas de dióxido de carbono. Por ello, ocupamos ese año la posición 69 entre 184 países.
Basados en la innovación, deberíamos premiar a los empresarios e instituciones carbononeutrales, a quienes fomenten los ecosistemas, desarrollen modelos de vigilancia para la conservación de los bosques, apoyen financieramente programas de conservación del medioambiente y sean respetuosos de las reservas naturales, nuestra biodiversidad y otros hábitats críticos, incluidos los océanos.
Debido al cambio climático, las poblaciones más empobrecidas enfrentan los impactos del desbordamiento de ríos, el aumento de las mareas, las lluvias intensas, la escasez de agua, las pérdidas agrícolas, los incendios y la degradación de suelos.
La crisis climática nos obliga a analizar con mayor cuidado el inventario de recursos hídricos, diseñar planes de emergencia, construir infraestructura resiliente y establecer sistemas de alerta temprana y planes de emergencia.
Costa Rica ganaría mucho si consigue convertirse en un país carbononeutral, no solo porque es un deber de todo ser humano cuidar el planeta, sino también por el ejemplo al mundo y la imagen de nación que supo ver el futuro y actuar a tiempo.
El autor es ingeniero.