Tres meses se cumplen este viernes del secuestro de la bebé Keibril Amira García Amador, hecho que generó gran conmoción y una amplia cobertura de los medios de comunicación, debido a las extrañas circunstancias que lo rodearon.
Las primeras pesquisas alimentaron el interés público, al revelar la existencia de un círculo de violencia alrededor de la menor y de graves descuidos de las instituciones llamadas a protegerla.
No obstante, la atención comenzó a decaer conforme el paso del tiempo y las búsquedas infructuosas en Cervantes de Cartago crearon vacíos de información cada vez más prolongados.
Alejada ahora del punto de mira de la prensa, la investigación judicial parece haber entrado en una etapa más relajada, en momentos en que la más relevante de todas las incógnitas sigue sin respuesta.
¿Dónde está Keibril? La incertidumbre debe torturar a los familiares de la bebé, quienes además viven la doble desazón de que el principal sospechoso sea el propio padre de la infante.
El hecho de que transcurriera tanto tiempo desde el secuestro, aviva todo tipo de especulaciones sobre el posible estado de salud de la pequeña y el lugar donde podría encontrarse.
¿Sigue viva? ¿La habrán sacado del país? ¿Por qué se la llevaron? Los oficiales a cargo de la investigación deben tener hipótesis que posiblemente no conoceremos hasta que terminen las averiguaciones.
Ojalá el misterio pueda resolverse pronto y que se haga justicia, en nombre de Keibril y de todos los niños que sufren abusos a manos de los adultos.
Del mismo modo, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) y la Fiscalía deben rendir cuentas por la inacción mostrada ante el riesgo que corrían la bebé y su madre, una adolescente de 13 años.
La aparente desidia con la que se trató este caso pone en entredicho la sensibilidad y el compromiso de ambas instituciones para combatir la violencia contra menores de edad.
Resulta inexplicable que no se tomaran acciones contundentes cuando la Dirección Regional de Educación de Cartago denunció, en abril del 2022, que la muchacha estaba embarazada.
El reporte de un abuso sexual debió encender las alarmas sobre la situación de riesgo que vivían la joven y su bebé. Una actuación oportuna habría evitado tanto dolor para Keibril y sus seres queridos.
rmatute@nacion.com
El autor es jefe de información de La Nación.