Más impuestos o default. Esa es la disyuntiva que el oficialismo quiere vendernos. La premisa no es de recibo por distintas razones.
La propuesta de aumentar la carga tributaria en un 5 % del PIB en una economía que sufre su mayor contracción en 40 años es delirante.
El impacto de los nuevos impuestos será recesivo y la recaudación se quedará muy corta de lo proyectado. Pero eso no le importa a Zapote.
Lo que busca es un parche de corto plazo que le permita acceder a más endeudamiento externo el próximo año y entregar la casa en llamas al que sigue en el 2022.
Ricardo Jiménez solía decir que el mejor ministro de Hacienda es una buena cosecha de café. Sigue siendo una realidad.
El período en el que más aumentó la carga tributaria en nuestra historia —2,3 puntos porcentuales del PIB— fue entre el 2004 y el 2008 cuando el crecimiento económico promedió un 5,6 % anual.
Una economía no se estimula con un aumento brutal de impuestos. Menos si a eso sumamos los constantes ataques a la iniciativa privada que pululan todas las semanas por medio de regulaciones y directrices absurdas.
Bill Gates señala que él siempre se hace dos preguntas a la hora de enfrentar un problema: “¿Quiénes han lidiado bien con este tipo de situaciones y qué podemos aprender de ellos?”. Bien haríamos en aprender de la experiencia internacional.
Las investigaciones del recién fallecido economista de Harvard Alberto Alesina muestran que los ajustes fiscales basados en aumento de impuestos “llevan a recesiones profundas y prolongadas que duran varios años” y están asociados a un aceleramiento en la relación deuda/PIB.
Se trata de una receta contraproducente. Alesina encontró que los recortes de gasto tienen un impacto económico más favorable y logran su objetivo de estabilizar las finanzas estatales.
Reestructuración de la deuda interna, reforma del empleo público en línea con lo planteado por el constitucionalista Rubén Hernández, suspensión del pago del salario escolar mientras la deuda supere el 60 % del PIB, implementación del sistema único de compras públicas. Si añadimos medidas para la reactivación económica, tenemos una propuesta de ajuste a corto plazo seria, realista y que no destruirá la economía.