La ampliación de la carretera de 107 kilómetros hacia Limón se convirtió en un dolor de cabeza a causa de los retrasos, costos y fincas por expropiar, pero no por ello debe apresurarse la construcción con remiendos que, al final, saldrán más caros para el Estado y los usuarios.
Por eso, la salida fácil y barata que halló el ministro de Obras Públicas, Luis Amador, de hacer 11 rotondas en lugar de los 11 pasos a desnivel previstos originalmente, debe ser archivada, pues las glorietas causarán congestión en un corredor transitado por hasta 20.000 vehículos al día y el 80 % de las exportaciones e importaciones del país.
Limón y los limonenses llevan años esperando una solución al tránsito de paso de tortuga característico en algunos tramos de la ruta 32, y no es justo que por hacer la obra a la carrera, por ahorrar inversión, por salir del compromiso, se les entregue una carretera que tendrá los días de efectividad contados.
El criterio del ministro podrá ser respetable, pero el del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), el cual es meramente técnico, ajeno a influencias políticas, es de peso. Con las rotondas, advirtió, la movilidad de mercancías y la seguridad vial disminuyen, y a la vez es causa de un mayor gasto energético.
Los 11 pasos a desnivel son garantía de fluidez. Las 11 rotondas, de presas. Así de sencillo, por más que el ministro quiera convencer de que las rotondas serán operativas durante 20 años. Si fuera así de simple, administraciones anteriores habrían remendado con rotondas la ruta Cañas-Liberia. Igualmente, nunca se habrían removido las de la Circunvalación. No se hizo porque hubo compromiso con soluciones a largo plazo y de menor costo para los usuarios.
Lastimosamente, solo los alcaldes de Matina, Wálter Céspedes, y de Siquirres, Mangell McLean, han sido críticos con la ocurrencia de las glorietas. Los demás por donde pasa la vía evitan comerse la bronca.
Los limonenses deben alzar su voz contra una obra que no será la prometida. También los exportadores e importadores, porque el remiendo de bajo precio que se hace con rotondas no ofrece mejorar la eficiencia ni la competitividad del transporte de cargas. Lo barato saldrá caro.
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“Nosotros les hemos dicho en varias reuniones que estas rotondas no son la solución. Estas rotondas en un cantón como Matina, donde a diario salen hasta 50 camiones por las dos entradas... Imagínense ustedes lo que son cinco furgones haciendo fila para meterse a la rotonda; prácticamente se paraliza el tránsito. Entonces, ¿para qué una pista tan cara, tan costosa, si al final de cuentas la estamos cortando en varias partes?
— Wálter Céspedes, alcalde de Matina