El Consejo Nacional de Producción (CNP) nació con el objetivo de apoyar a los pequeños y medianos productores agrícolas, y eliminar a los intermediarios, pero hoy ocurre todo lo contrario, se ha convertido en un mediador más, aliado a otros intermediarios caros, y, así, traslada su ineficiencia y mala gestión a sus compradores: escuelas, hospitales, cárceles, centros de policía, que constituyen un mercado cautivo, sin voz y sin poder de negociación.
Esta cruda realidad es mostrada por un estudio liderado por el Dr. Leiner Vargas, de la UNA, quien documentó cómo en los frijoles al precio se le recarga un 34,4 % del costo, que se distribuyen entre el CNP (un 12 %) y un grupo de asociaciones (un 23 %). Nada va para los productores y, como si fuera poco, una reciente denuncia señala camuflaje de productos provenientes de Nicaragua y Estados Unidos. El caso de los huevos es igual, el CNP vende el cartón en unos ¢1.700, mientras en supermercados y pulperías la misma cantidad cuesta ¢700 colones.
En síntesis, la intervención de la burocracia encarece los productos, suprime los beneficios de una sana competencia, fortalece la figura de los intermediarios y concentra el negocio en muy pocos proveedores: 312. De esos, 26 facturan el 45 % del presupuesto total, es decir, ¢41.300 millones de los ¢91.948 millones, lo que no beneficia ni a productores ni a consumidores.
La institución, que en el siglo pasado abrió estancos en todo el país para proteger a los consumidores más vulnerables y enfrentar el desabastecimiento, el acaparamiento de productos y la especulación, se ha transformado en un monstruoso monopolio que desangra las magras finanzas de sus clientes cautivos por la normativa legal.
Y lo peor, esos mismos clientes señalan que, además de pagar altos precios, la calidad de los productos es reiteradamente mala, no llegan a tiempo o la mercancía entregada no corresponde a lo pedido; lamentable, dado que en su mayoría son insumos vitales por ser alimentación. En palabras coloquiales, malo, caro y tardío.
Los números hablan por sí solos, pero además los respaldan reclamos de directores, juntas de educación, cámaras, productores, y la Contraloría General de la República ha sido contundente al señalar la deficiente gestión y la falta de ayuda a los productores. ¿Para qué el CNP?
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La autora es politóloga.