El extremismo siempre es peligroso, sobre todo, si la ingenuidad y la ignorancia le prestan oídos. En estos días, grupos radicales intentan confundir a los más desprevenidos para promover sus intereses oscuros. Su estrategia es vieja, pero usan las nuevas tecnologías para esparcir mentiras y su trillado arsenal de frases antisistema.
Con ayuda de las redes sociales, los operadores del desorden lograron manipular un grupo de colegiales para que se tiraran a la calle a protestar en contra de un espejismo. Los jóvenes cayeron en las garras de una falsa noticia que anunciaba la celebración de un acto cívico para conmemorar el Día del Orgullo LGBTI, el cual nunca estuvo agendado.
También fueron víctimas de la campaña de desinformación sobre los baños neutros en centros educativos y el proyecto de educación dual. El radicalismo, además, estuvo presente en la manifestación de un grupo de pescadores que terminó en un zafarrancho en la Casa Presidencial.
Oculta entre la multitud, su mano peluda se levantó para lanzar un cabo de dinamita sin importarle si la detonación iba a herir a inocentes. Con esa misma irresponsabilidad, incita desde sitios falsos a la rebelión y al golpe de Estado en busca de incautos que reproduzcan sus consignas incendiarias.
También se lanza a bloquear las calles con traje de blanca paloma, mientras se pertrecha con piedras y bombas molotov para defender su derecho a pisotear los de los demás.
Los costarricenses debemos abrir bien los ojos para no caer en la trampa del extremismo, ni del populismo ni del fanatismo exacerbado. Debemos desconfiar de aquellos que dicen representar al pueblo sin siquiera preguntarle a la grey si está de acuerdo con la causa y con los métodos utilizados.
Debemos desconfiar de aquellos que dicen luchar por el bien social sin importarles los trabajadores, los estudiantes, los comerciantes y los turistas que quedan atrapados en las presas. Eduquémonos, informémonos y aprendamos a no prestar oídos a aquellos que quieren entronizar el caos a punta de matonismo y embustes. Es hora de despertar.
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Ronald Matute es jefe de Información de La Nación.