La incompetencia para poner fin a los embustes con las incapacidades médicas es inaudita. Herramientas tecnológicas para detectar los engaños abundan y la CCSS tiene suficiente dinero para adquirirlas. Comisiones y reglamentos para sancionar a los médicos que se prestan para las farsas existen, pero, evidentemente, del papel no pasan… castigos no se conocen.
Ocurre porque el problema con las incapacidades ha sido relegado, históricamente, por la cúpula de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). No lo han puesto en primeros lugares de agenda porque toca, directamente, a un gremio muy fuerte: los médicos y su fe pública.
Esa falta de rigurosidad en momentos en que las finanzas del Seguro de Salud (Régimen de Enfermedad y Maternidad) pasan por momentos críticos es incomprensible. Esa ausencia de sanciones es inconcebible cuando el monto anual pagado por la Caja por permisos llegó a los ¢50.000 millones al año. El impacto económico es mucho mayor porque a esa millonada debe sumarse los días-trabajo perdidos en un año: 439.000, 1.200 años. Otra millonada.
Por años, la CCSS ha apelado a los médicos a ser honrados al dar fe pública de la enfermedad de un trabajador. Sin embargo, en algunos casos han minado esa confianza y, por ello, amerita fuerte rigurosidad de la CCSS con monitoreo al azar, investigación y controles cruzados para dar con los casos ficticios y mano dura con quienes se prestan para la complacencia.
Igualmente, el Colegio de Médicos y el Sindicato de Profesionales en Ciencias Médicas de la CCSS deben tomar un papel beligerante para rescatar de la desconfianza esa fe pública de los médicos.
Ellos, como líderes del gremio, deben ser protagonistas porque la misión encargada por el Estado de dar certeza de la enfermedad de un trabajador va de capa caída.
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Deben tenerlo claro: los costarricenses no estamos para financiar el 60 % del salario a quienes logran incapacitarse por un dolorcito, pero sí pueden hacer, por fuera, trabajos muy bien remunerados. ¿Cómo llegamos a eso? ¿Cómo un médico pone su firma sin pensar en su honor? Tanta rienda suelta nos llevó a eso.
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Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.