Tal parece que en la Municipalidad de San José trabaja el recolector de basura mejor pagado de Costa Rica y, posiblemente, de todo el mundo.
Se trata de un funcionario con 25 años de carrera en el ayuntamiento capitalino, que recibe ¢1.692.000 al mes (unos $2.580 al tipo de cambio actual).
Tan estupendos ingresos se nutren de su sueldo bruto de ¢652.000 y de ¢1.040.000 que percibe por asistir a las sesiones de la Junta de Relaciones Laborales del municipio.
Este recolector, junto con otros 10 sindicalistas que integran la Junta, cobran entre ¢92.000 y ¢183.000 por acudir a reuniones que a lo sumo duran 30 minutos.
La Junta fue creada por convención colectiva con el propósito de resolver procesos disciplinarios contra empleados y negociar beneficios laborales.
Fue así como se estableció, hace 20 años, el pago de una dieta que solo en el último año le permitió a cada representante sindical recibir hasta ¢12,6 millones.
Resulta muy sospechoso que a nadie se le haya ocurrido revisar dicho beneficio ahora que el ayuntamiento está renegociando la convención colectiva.
Claro, los sindicalistas están calladitos mientras las autoridades los alcahuetean, tal vez pensando en no generar fricciones o para mantener sus cuotas de poder.
Todos olvidan que esta indecente piñata es financiada con dinero de los contribuyentes que debería utilizarse para mejorar calles, acueductos, parques y seguridad.
¿Cuántos privilegios de este tipo permanecerán escondidos en el lado oscuro del régimen municipal? ¿Cuánto le cuesta al ciudadano mantener a estos vividores?
Estas preguntas tal vez nunca tengan una respuesta clara, debido a los intereses políticos, económicos y particulares que corroen a los concejos.
Donde deberían discutirse los proyectos para mejorar la calidad de vida del ciudadano, más bien se fraguan planes para evadir regulaciones o maquillar anomalías.
El intenso cabildeo de los alcaldes para liberar a los ayuntamientos de la regla fiscal y para oponerse a la ley de empleo público evidencia el interés en gastar más en pluses salariales sin tener que dar cuentas.
De esa forma se puede garantizar que el recolector de basura mejor pagado del planeta gane ¢25,5 millones al año entre salario y dietas, sin incluir aguinaldo y salario escolar.
