La vicepresidenta de la República y ministra de Salud, Mary Munive, podría haber sucumbido a un arrebato del ego, en medio de la emergencia causada por la contaminación del agua que abastece a Tibás, Goicoechea y Moravia.
Tal parece que a la jerarca no le gustó que la Universidad de Costa Rica (UCR) emitiera, sin informarle primero, un comunicado sobre un hallazgo trascendental que hicieron sus científicos para atender la emergencia.
La madrugada del jueves 1.° de febrero, la UCR emitió un boletín urgente para comunicar al país que uno de los varios tipos de xilenos existentes es la sustancia que contaminó las fuentes de Quebrada Honda 2.
En ese momento, más de 100.000 personas ya acumulaban diez días de angustia debido a la falta de agua para consumo y aseo, maximizados por la tardanza institucional para atender sus pedidos de ayuda.
La identificación del hidrocarburo causante del problema era indispensable no solo para determinar posibles riesgos para la salud de los consumidores, sino también para definir las acciones.
Pero lo insólito ocurrió después. Según Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector de la UCR, la vicepresidenta le envió un audio en el que calificó de “actitud politiquera” la decisión de divulgar tan esperados datos sin decirle antes a ella.
“Y un tercer elemento que considero muy ofensivo es que indica que va a revisar cualquier convenio en el futuro y alianza porque para ella la politiquería se coló en la UCR”, relató Gutiérrez al Consejo Universitario.
Las revelaciones del rector resultan tan sorprendentes como censurables, no solo por el inaudito origen del reclamo de la ministra de Salud, sino también por el tono de amenaza que lo impregna.
A lo mejor, Munive sintió que le quisieron robar el show o quitarle protagonismo en el manejo de una crisis en la que, por cierto, las autoridades todavía adeudan muchas explicaciones.
Si ese fuera el caso, sería lamentable que se prefiriera dar rienda suelta a las vanidades personales y abrir frentes de confrontación, cuando más bien se requería sumar voluntades para evitar una tragedia sanitaria.
A fin de cuentas, este bochornoso episodio tampoco sorprende del todo. Podría enmarcarse dentro de tantos otros propiciados por el estilo camorrero de la presente administración.
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El autor es jefe de información de La Nación.