De 36 años, contextura delgada y dedicada a la consultoría de mercado, pasó más de 30 horas encerrada en un reducido espacio entre los escombros del edificio de seis pisos de la calle de Álvaro Obregón número 286. Lucía trabajaba en el tercero.
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Dos horas después del terremoto, Enrico Villegas seguía sin conseguir un taxi, el metro no funcionaba y los autobuses iban atestados... ya las piernas le fallaban y quería echarse a llorar pues necesitaba saber qué había sido de su papá que quedó al otro lado de la ciudad.