En el mundo hay fantasías y mujeres que se las creen. Esta se creía descendiente de nobles franceses; se imaginó rodeada de doncellas y caballeros que se batían por un sí o por un no, entre sedas y tafetanes, banquetes y copas, luces mortecinas y un rey como Arturo, el de la Tabla Redonda, señor de Camelot.