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“Priebke no pinta nada aquí”, dice con enfado Klaus Kitzmann, habitante desde hace 54 años de Hennigsdorf, la ciudad natal del criminal de guerra nazi fallecido a los 100 años y cuyos restos mortales aún no han sido sepultados.



El criminal nazi Erich Priebke, cuyo cuerpo permanecía el miércoles en el aeropuerto militar de Roma a la espera de que se decida qué hacer con sus restos mortales, después de que su funeral fuera anulado por disturbios, se convirtió en un cadáver incómodo para Italia.