Contrario a lo ocurrido el año pasado en Nápoles, la reunión anual de los gobernantes de las siete naciones más industrializadas del mundo (G-7) realizada el fin de semana último en la ciudad canadiense de Halifax, sí produjo acuerdos de importancia para el contexto internacional de la posguerra fría. En esta oportunidad, además de su ya usual agenda protocolaria, los líderes de las mayores economías del planeta --Estados Unidos, Japón, Alemania, Canadá, Francia, Gran Bretaña e Italia-- analizaron una amplia lista de temas, en especial la forma de mejorar la cooperación financiera en situaciones de crisis y el desafío de los flujos de capitales conexos al crimen organizado.