La rodilla rota, el hombro y la espalda raspados, dolidos. Las heridas, aún frescas, seguían sangrando, pero Erick Ovares, no decía nada, él simplemente soportaba la curación y disfrutaba ese segundo puesto que tanto costó, que dolió.
La rodilla rota, el hombro y la espalda raspados, dolidos. Las heridas, aún frescas, seguían sangrando, pero Erick Ovares, no decía nada, él simplemente soportaba la curación y disfrutaba ese segundo puesto que tanto costó, que dolió.