La piloto costarricense Kristel Acevedo Nevermann había quedado desempleada en febrero de 2022 y estaba en búsqueda constante de otro trabajo cuando encontró en Internet el anuncio para la línea aérea AirSial, en Paquistán.
Dudó en aplicar, pues ya había tenido experiencias con aerolíneas vietnamitas que ni siquiera habían respondido con un “recibido” sus solicitudes.
“Lo primero que pensé fue ‘es un país musulmán, lo difícil que es para las mujeres. No creo que ni me vayan a contratar, no voy a enviar’. Al final dije ‘nada pierdo’”, recordó la joven.
Con poca fe, llenó su aplicación. A los dos días le estaban pidiendo documentos de certificaciones y licencias. No tuvo mucho tiempo para pensar, ya que le comenzaron a preguntar si podía estar en Paquistán en unas semanas.
Pasó las pruebas de Aviación Civil y fue admitida. Desde octubre, esta oriunda de Curridabat vuela entre diferentes destinos de Paquistán y es la primera mujer capitana de AirSial.
Ella abre camino para otras mujeres, y aunque no tuvo problemas para ser contratada, ha ganado luchas diarias para hacer valer su puesto como capitana y estar de jefa en cada viaje.
“Aquí el nivel de machismo es otro. Nunca había visto cosa igual”, comentó Acevedo, de 35 años.
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Machismo en el trabajo y en la vida cotidiana
Ese “otro nivel” de machismo lo ve en que las compañeras de trabajo son sobrecargos, pero nadie imaginaba a una mujer en el puesto de capitán.
Desde su primer día de labores ella sintió que sería todo un reto. No se equivocó.
“Muy amables, sí, no puedo decir lo contrario, pero se notaba como una pared en esa relación hombre-mujer. Noté caras de desagrado”, rememoró.
Ese primer día, los otros cuatro extranjeros que trabajan en la compañía saludaron con la mano a los jefes. A ella le dejaron el saludo en el aire. Así aprendió que allá una mujer no saluda con la mano. Esa fue una de las adaptaciones que tuvo que hacer.
Las capacitaciones comenzaron. Luego llegó un examen de Aviación Civil. El encargado ni siquiera le dio instrucciones directamente.
“Ese señor hasta se asustó cuando pasé. Para ellos no es normal que una mujer trabaje, menos en un puesto como estos”, detalló.
Su puesto es de mando. A su cargo están no solo los pasajeros, también toda la tripulación y es quien toma decisiones. Pero sí ha debido “plantarse” más de una vez ante quienes han querido pasarle por encima.
“Hay mecánicos que al inicio ni me saludaban y le hablaban al copiloto. Tuve que decirles que la información me la tenían que dar a mí”, explicó.
Otro día, contó, un mecánico no le preguntó por la cantidad de combustible necesaria y decidió ponerle una cantidad muy diferente a la del plan de vuelo. Cuando ella reclamó, el mecánico comenzó a reírse. Ella le habló fuerte y lo reportó.
“Esas son cosas del día a día, pero la gente ya me ha ido conociendo y saben que no me dejo, pero es una lucha diaria porque hay que estar a la defensiva”.
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También es complicado para su vida cotidiana, como ir a comprar comida.
“Aquí todo es separado, distintas áreas. Por ejemplo, aquí en el hotel siempre voy al gimnasio, pero hay un área específica solo para mujeres”, señaló.
También le gusta mucho nadar, para poder hacerlo se compró un traje de baño de manga larga y que va hasta los tobillos. En su vida diaria también usa pantalón, blusas de manga larga y viste de forma sobria.
Al ser extranjera, no es obligatorio que utilice velo, a no ser que vaya a lugares muy específicos de culto, como una mezquita o a actividades o eventos muy específicos, pero en su vida cotidiana no lo utiliza y no ha tenido problemas con eso.
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¿Cómo viven las otras mujeres? Para empezar, muy difícilmente una paquistaní tendría el puesto que Acevedo tiene hoy. Hace poco tuvo un encuentro con una mujer en un aeropuerto. Ella le preguntó si era paquistaní. Cuando le respondió que no, que era extranjera dijo “con razón, aquí Aviación Civil no está entregando licencias a las mujeres”.
Dice que hay otra mujer piloto en otra aerolínea más grande, pero ella estudió en el extranjero. Le costó muchísimo, pero sus estudios en el extranjero pesaron.
“Con una chica que nunca haya salido del país y estudie aquí lo veo casi imposible, pero sí se va abriendo camino”, aseguró.
Desde que Kristel se levanta y baja a desayunar al hotel ya ve ese choque de culturas en las que las relaciones hombre-mujer no son lo que estamos acostumbrados a ver en el continente americano.
“Hombres que no le dirigen la palabra a sus esposas, que hablan por ellas. Mujeres que caminan detrás de sus parejas. Mujeres que están totalmente tapadas, otras con velos menos cubiertos, es cultural, pero uno solo lo ha visto en películas o en fotos”, afirmó.
Ante esta situación, no es de extrañar que la meta de las mujeres sea casarse y tener hijos. Si se llega a cierta edad soltera se considera como fracaso en su misión en la vida.
“Cosas que uno creía que no eran ciertas uno ve que sí. Uno de los copilotos me contó que cuando se casó él fue a visitar a cinco mujeres candidatas para escoger con cuál quería casarse”, aseguró la tica.
No es de extrañar entonces que las mujeres que conozca vean de forma extraña que la costarricense no sea casada ni tenga hijos a los 35 años y que esta haya sido su decisión de vida hasta el momento.
Un país muy diferente
Kristel llegó a medianoche a Karachi, ciudad en la que trabaja. Al día siguiente, de camino a su capacitación, vio las primeras estampas que le quedarían grabadas: varios camellos en las calles y motocicletas en las que viajaban más de cinco personas. Otras cosas también le dieron tristeza.
“Lo primero que ves es una pobreza extrema. Esta parte de Paquistán es increíblemente pobre. Karachi es de las ciudades más pobladas y es mucha la pobreza”, comentó.
La empresa para la que trabaja, sin embargo, está muy bien posicionada. AirSial abrió sus puertas en 2020, en plena pandemia. Es una aerolínea que tiene como dueños a varios millonarios paquistaníes. Dentro de su salario está el hospedaje en un hotel y el que la transportan todos los días de ida y regreso al aeropuerto.
El fuerte de la compañía son los viajes internos a lo largo y ancho del país. Sin embargo, en pocas semanas comenzarán a volar a Dubai y otros destinos de Arabia.
Hay otras cosas muy diferentes. Por su calendario de trabajo tuvo que pasar Navidad y Año Nuevo en Karachi. Allá no hubo celebración de ninguna clase. Salió a cenar con el único compañero de trabajo que habla español, quien es español. Como el licor está prohibido, no hubo una copa de vino para celebrar. Ni cuenta regresiva, ni deseos de Año Nuevo.
“Me hizo mucha falta celebrar”, admitió.
Una vida ligada a los aviones
Desde muy niña, la vida de Kristel Acevedo estuvo rodeada de aviones y pilotos. Su papá, Alfredo Acevedo Salazar, trabajó como piloto para Lacsa durante cuatro décadas. Sus tíos Roberto y Eladio también son pilotos. Su hermana, aunque es docente, trabajó durante siete años en Taca y también en Avianca.
“Toda mi vida visité cabinas, estuve en aviones. Siempre tuve esa pasión muy marcada. La sigo viviendo día a día. No me hice piloto por herencia familiar, si volviera el tiempo atrás lo haría mil veces”, subrayó.
Su hermano Karl también lo era. Sin embargo, falleció en un accidente aéreo en agosto de 2000, cuando la avioneta de Sansa que piloteaba, se estrelló cerca del volcán Arenal.
“Siento que vivo la pasión de él y mi pasión”, manifestó.
El accidente de su hermano ocurrió cuando ella estaba en el colegio. Cuando se graduó no fue fácil para ella contarle a su familia, tuvo miedo de decirle a sus papás, pero el apoyo siempre fue constante.
“La que más me apoyó, y lo agradezco, es mi mamá. Para una madre perder un hijo es algo que no puedo imaginar. Igual ella me apoyó y me dijo que quería que me desempeñara en algo que me hiciera feliz”, destacó.
Vacaciones en casa... antes de regresar a Paquistán
El contrato de Acevedo vence en febrero, pero ya le avisaron que habrá renovación. Antes de eso, eso sí, vendrá unos días a Costa Rica.
¿Qué hará? Lo primero, abrazar mucho a sus papás y a su perro. Y la primera actividad será ir a caminar a las montañas. Pocas cosas disfruta tanto como una caminata por las montañas ticas. Ya está preparada para ponerse las tenis y salir. También tiene varias salidas pendientes con sus amigos.
Pero sabe que de regreso a Paquistán, para su nuevo contrato, ya respetarán su trabajo y el camino que está abriendo para otras mujeres.
“Si me están ofreciendo renovar el contrato pasé esa prueba, porque los mismos copilotos me han dicho que mis superiores están muy contentos conmigo. Definitivamente sí estoy rompiendo moldes. Estoy casi segura de que una mujer vuelve a aplicar y sí le dan la oportunidad. Es un honor trabajar en lo que amo, en lo que me apasiona y en el camino ayudar a otras mujeres“, concluyó.